Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El cine es uno antes y después de John Ford. El gran artesano, uno de los primeros directores en explotar el cine como espectáculo pero sin descuidar nunca la parte artística. El máximo representante del género más americano de todos; el western, y el hombre que consiguió más premios Oscar a Mejor Director que ningún otro, con un total de cuatro estatuillas.

Son tantas las capacidades que hicieron de Ford un inmortal del cine que no alcanzaría el espacio para enumerarlos, así que resaltare en este espacio sus dos principales cualidades, primeramente mencionar su talento como contador de historias, la forma en que presentaba a sus personajes, elipsis perfectamente ejecutadas, flashback y todo tipo de artificios narrativos que harían de este señor uno de los grandes narradores del séptimo arte.

La segunda característica es la creación de un mundo propio. Es muy complicado que un cineasta de Hollywood tenga sello propio y autoría, Ford era uno de los pocos en tener esa libertad creativa durante varias décadas. Uno podía ver una película de este realizador y con solo un plano te dabas cuenta de quien estaba tras las cámaras. Un mundo de cineastas actuales (Spielberg a la cabeza) han tratado de imitar este estilo en varias ocasiones pero sin los mismos resultados, simplemente porque el mundo de Ford no admite copia alguna, se trata de un universo donde todo funciona, desde sus personajes, sus leyes, sus dilemas morales, hasta sus toques de comedia y destellos de entrañabilidad.

John Ford no será el más grande de los directores, pero es un tipo que te hacía películas perfectas sin importar la historia que tuviera entre las manos. Solo un genio es capaz de tanta magnificencia.

3 películas para recomendar

Las Uvas de la Ira: “Usted ha visto caminar a Henry Fonda, pues eso es el Cine”, es una de las grandes frases de Ford. En esta película el propio Fonda hace su mejor interpretación, además de contarnos la mejor historia sobre la Gran Depresión que se haya puesto en pantalla. Jane Darwell da vida a una de las mejores secundarias del cine en este clásico de clásicos.

Centauros en el desierto. Considerado por muchos expertos como el mejor western de la historia, se trata de un viaje lleno de un torrente de emociones a través del viejo oeste donde el mítico John Wayne busca por años a su sobrina interpretada por una joven Natalie Wood. Película de culto sin duda alguna.

Un tiro en la noche. El último gran western del cine clásico, antes de que apareciera Leone con sus spaguetti western y que en los 90s Eastwood sepultará el género con Los Imperdonables, Ford creo uno de sus grandes legados con la que es quizá la historia más compleja que haya dado este género. Ya no solo eran disparos, Ford voltea hacia los dilemas morales y crea una película llena de capas e interpretaciones.

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