Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El gran maestro de las atmósferas, el máximo representante del expresionismo alemán, el hombre que transformo al cine negro y que lo llevo a su cumbre como género, hoy toca rendirle homenaje en este espacio a un genio, a un visionario, a uno de los mejores directores de la historia del cine, con una filmografía prácticamente perfecta, nos referimos por supuesto al gran Fritz Lang.

El austriaco navego en todo tipo de aguas para sobresalir siempre, desde sus inicios en el viejo continente donde fue uno de los pioneros en la corriente del expresionismo junto a F.W. Murnau, director de la aclamada Nosferatu de este movimiento. Con la llegada del nazismo a Alemania Lang decidió huir a Francia y de ahí a los Estados Unidos donde creo algunos de los grandes clásicos del film noir durante más de tres décadas para consolidarse definitivamente como una leyenda.

Su capacidad para crear secuencias agónicas y climáticas es avasalladora, fuera de concurso, su juego con las imágenes, el uso del blanco y negro y de las sombras para crear filmes atmosféricos que hipnotizan al espectador, su penetración en la mente de sus personajes, como nos los presenta, nos los retrata y los termina desnudando para su exposición, sus mujeres fuertes y llenas de personalidad, sus finales fríos, contundentes pero abiertos a todo tipo de lecturas.

Se trata de un director multifacético, perfeccionista en la puesta en la escena pero también en la interpretación de sus actores, creo algunas de las sagas más importantes de la primera mitad del siglo XX, además de conformar una trilogía de propaganda anti nazi donde hacia expresar sus ideales sobre lo que acontecía en su ex hogar a través de su amado arte.

La influencia de Lang en la nueva generación de cineastas es innegable, desde Woody Allen, pasando por David Lynch hasta el mismo Quentin Tarantino.

Lang confirma el amor que sentía hacia el cine, “para mí, el cine es vicio, lo amo íntimamente, siempre he creído que es el arte de nuestro siglo”.

3 películas para recomendar

Metrópolis. Capital del cine mudo, del expresionismo y del arte en general, una de los mejores visionados a un mundo apocalíptico donde se exhibía ya la dependencia del ser humano con la tecnología. Impresionante filme para su época que ha cosechado numerosos seguidores a través de los años. Un clásico por donde se vea.

M, el vampiro de Dusseldorf. Otra de las obras claves del expresionismo, ya con diálogo y cierto aire hacia el film noir, además de un complejo estudio de personaje y uno de los juicios como público más inteligentes que se ha visto en pantalla. El trabajo de sombras es insuperable, y lo de Peter Lorre es un milagro actoral.

Perversidad. La obra maestra de Lang en el cine negro y Estados Unidos. Una de esas películas perfectas en todo sentido, guion, actores y una dirección que toca los cielos del arte cinematográfico. Edward G. Robinson se come la pantalla y Joan Bennett crea a una de las mejores femme fatales de la historia del cine. Simplemente magistral.