Por Laura Vega

Días como estos deben celebrarse, desfiles, ceremonias, festivales y toda actividad que se pueda realizar para conmemorar el día Internacional del Teatro tendrá validez, pues festejar una de las expresiones más antiguas de nuestra cultura tiene mayor significado que cualquier otro día inventado para enajenar a la sociedad, centrándola en absurdos mientras pierden el verdadero sentido de la apreciación cultural.

Teatro, menciono la palabra y escucho el eco que me eriza la piel y me transporta a un mundo totalmente diferente, donde un escenario da vida a historias contadas por seres que han encarnado en los cuerpos de otros, adoptando no sólo su voz sino sus movimientos, gestos y actitudes, para transmitir un mensaje que te apartara o acercara a la realidad de una forma sutil al punto de hacerte pertenecer a esa magia creada en la plataforma.

Una magia que se expande como un campo magnético entre actor y espectador, indescriptible es lo único que puedo decir, cuando pise el escenario por primera vez en una obra escolar, la emoción y nerviosismo al sentir las miradas de ese pequeño público fueron a la vez el impulso para decir mi parlamento, para hacer los movimientos indicados, para actuar…olvide entonces quien era yo, y me convertí en una mujer que aparentaba sufrir la pérdida de un ser querido, me perdí entre líneas y el escenario hasta el momento en que el telón se cerraba entre aplausos de los presentes que me parecía un estruendo repitiendo lo hice, dije todo, lo hice bien…y ese nudo en la garganta mientras celebrábamos con mis compañeros el éxito de nuestra representación me hizo volver.

Esa sensación se había apoderado de mí mientras escuchaba música, pero nunca antes algo como esto, mis sentidos se regocijaron mi mente y espíritu entendieron en ese momento que podían crear y transmitir, y que de vez en cuando podía ser alguien más, alguien diferente…escaparme simplemente al crear personajes, al darles vida, eso es lo que no se puede describir, eso es lo que te hace disfrutar el momento, es lo que hace que te pierdas y fluyas sobre el escenario.

Al entrar a escena la sensación siempre es la misma, pero las experiencias son diferentes porque el público es distinto y poder llegar a cada uno de los presentes es un reto que motiva a dar lo mejor de ti, que te sumerge e impregna en la historia hasta hacerla tuya, hasta que el público se enamore de tu personaje.

Muchos dicen que los aplausos son la recompensa de los actores, yo creo que es cierto, pero también creo porque así lo siento, que los aplausos son tu regreso a la realidad, son los que hacen que despiertes y vuelvas a ser tú.

Teatro es la palabra clave de todo lo que está en el espacio escénico, de todos los que están detrás Y frente a él, de esa delgada línea entre actor y espectador que significan un todo, que hace posible esa magia y atmósfera entendida por los que disfrutan el teatro y los que hacen teatro.