Por: Daniel Hernández García.

Somos monedas de canje,
cobre con sudor, carne y hueso,
desperdicios en nuestra propia cólera.

Cambiamos sabanas y camas
y jamás dormimos,
te invite a soñar conmigo
y escapaste.

Corriste lejos de mi mirada
¿Quieres ver mi interior?
Toma el cuchillo y arráncame la piel,
entra por la herida que hizo tu traición.

Comienza con mi muerte exquisita;
se mueven tus labios pero
solo veo pus, ya no creo en ti,
ni en tu espíritu.

La serpiente que mueve al mundo te tragó,
eres una más de sus escamas,
las escamas que cuentan
la historia del mundo y su destrucción.

Yo aun sigo montado en ella,
permanentemente herido,
durmiendo en sus escamas
recorriendo el mundo en el olvido.