Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El dramaturgo más conocido en la historia es sin duda alguna William Shakespeare. Han pasado ya 450 años desde su nacimiento pero su luz sigue más viva que nunca, sus obras son reconocidas a nivel mundial por todo tipo de público, quizá sus historias no eran las más originales pero lo compensaba con un talento en los diálogos y un uso de la tragedia de un nivel escandaloso, de un ser superior. También poseía una capacidad notable para la comedia, para dotar de complejidad a sus personajes, para crear climax de infarto.

En el cine, prácticamente todos sus textos famosos han sido adaptados, unos con más éxito que otros, algunos rodados por directores de renombre, se han hecho libres adaptaciones, musicales, incluso una cinta que retrata de manera ficticia una parte de su vida en la galardonada Shakespeare enamorado, sin ir más lejos este 2013 se hicieron dos adaptaciones nuevas de su trabajo, una nueva de Romeo y Julieta y una versión moderna de Mucho ruido y pocas nueces, realizada esta última por Joss Whedon, director de Los Vengadores.

Hay directores que parte de su filmografía está repleta de textos del dramaturgo inglés, quizá el más famoso de todos ellos sea sir Laurence Olivier, Enrique V, Ricardo III y sobre todo la ganadora del Oscar a mejor película Hamlet son una muestra de la devoción que Olivier le tenía a Shakespeare. Orson Welles también le dedico parte de su carrera a esta figura, primeramente monto varias obras en el teatro pero además en el cine adapto Otelo, Macbeth y Campanadas de medianoche, un filme que adapta un total de 4 obras de Shakespeare en dos horas, cosa que solo un genio del tamaño del director de Ciudadano Kane hubiera conseguido.

También el cine oriental tomo varios libretos del inglés en varios de sus filmes, sin ir más lejos dos de las mejores películas del director japonés más famoso del cine; Akira Kurosawa, son textos shakesperianos, primeramente la versión libre de Macbeth adaptada en el Japón feudal en Trono de sangre, o la que es para muchos la mejor versión de El Rey Lear, Ran, contextualizada nuevamente en el Japón medieval.

Sin duda su texto más famoso, que no el mejor, sea Romeo y Julieta, la historia de amor de la que beben todas las demás, el amor imposible, el final trágico. Notable es la versión de Franco Zeffirelli, mientras que más exótica y arriesgada es la versión de Baz Luhrmann con Leonardo DiCaprio en el protagónico, pero es el musical Amor sin barreras la que se alza con el título como la mejor versión de la obra, una película en un contexto moderno, con grandes interpretaciones y con números musicales legendarios en Hollywood. George Cukor, pasando por Cantinflas o una versión ambientada en el mundo del futbol son algunas otras visiones de este clásico de clásicos.

Párrafo aparte le dedico a mi película favorita de Shakespeare, un largometraje de casi cuatro horas de duración, con una puesta en escena gigantesca, una producción perfecta, un elenco lleno de estrellas, secuencias magistralmente dirigidas, me refiero al Hamlet del señor Kenneth Branagh, que además actúa como el protagonista Príncipe de Dinamarca. Branagh adapto además Enrique V y Mucho ruido y pocas nueces.

Para los niños hay que hablar de El Rey León, versión libre de Hamlet con animales y números musicales para toda la familia, una forma adecuada para que los más pequeños empiecen a tener contacto con el mundo shakesperiano.

450 años del nacimiento de un genio, de una leyenda, de un creador de historias nato, de quizá el mejor creador de diálogos de la historia moderna en cualquier tipo de arte, de pie todos para festejar a William Shakespeare. “Ser o no ser, esa es la cuestión”.