Por: Daniel Hernández García.

Es soberana mi angustia
de penas cíclicas,
que me llevan una y otra vez a ti,
es un mar de penas
dejándome árido al retirarse,
yemas que llevan lagrimas,
haciendo lagunas intimas
de mi oscuridad maldita.

Es tu sombra,
que ahuyenta la felicidad
y me clava en la espuma,
de un cristal roto
donde se escurre el vino y deseo
y remonta nuevamente la soledad
entre cadáveres de amor,
de amantes que se ahorcaron
una vez partiendo la noche.

Son el sonido de tus tacones
de un amor de cinco noches,
cómplices de caricias de pelvis,
un ecuador arrodillándose en cáncer,
cuando los lobos comenzaron a combatir,
en tus agrios besos
que penetraron en ADN y emociones
para ser arrancados y devueltos al mar.

Son tus labios columpios del amor
y decepciones trágicas,
choque de cuerpos
que al explotar se desvanecen,
dejando únicamente lagrimas
bañando mis párpados en miel amarga.