El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe fuera del hombre
Edgar Allan Poe

Susan Meiselas

Cuando hay un empatía con la injusticia ajena, se logran magnificas fotografías como las de Susan Meiselas, fotógrafa con estudios en Estados Unidos, lleva su preocupación a la frontera de México, las guerras nicaragüenses, diferencias en la vida de una mujer en Mali, derechos humanos…
¿Quién mintió cuando dijo que la aspiración del ser humano es ser feliz? La felicidad es independiente del camino del hombre, el conocer, el luchar, el entenderse como persona deberían ser prioridades, NO hay tal “felicidad absoluta”, absoluta no hay mas que la búsqueda, la felicidad se da en pequeñas dosis, es momentánea y efímera, la búsqueda no lo es, el conocimiento tampoco.

Si bien es cierto, en la fotografía de guerra, el cuerpo humano es esencial, es la prueba indiscutible de que existe un desconcierto a partir del propio ser humano, en este caso, Meiselas se aventuró a tomar el cuerpo humano (prueba del desconcierto), en un bello y tranquilo paisaje, mostrando la dualidad de la belleza en la naturaleza y sus monstruos.

Meiselas trabajó en Nicaragua en 1978, durante la lucha entre la dictadura de Somoza y la oposición sandinista, y el libro que surgió finalmente abunda en información histórica y geográfica. Meiselas quiere que sus lectores comprendan el país incluso que tomen partido por los ciudadanos comunes y corrientes que acudían a diario a la Cuesta del Plomo en busca de personas desaparecidas, conscientes de que era el escenario de muchos asesinatos cometidos por la Guardia Nacional nicaragüense. La vulnerabilidad física ha sido siempre el tema principal de Meiselas.
A finales de la década de 1980, comenzó a fotografiar a los inmigrantes mexicanos detenidos en la frontera de EUA, otro grupo de población sometido a la violencia arbitraria, como la nicaragüense.

Aquí su trabajo

http://www.susanmeiselas.com/