Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

No se puede entender el cine sin Francia, primeramente porque es donde este arte vio su nacimiento de las manos de los hermanos Lumiere con la invención del cinematógrafo y de ahí en cada década el cine francés siempre ha sido sinónimo de talento, originalidad en la historia y puesta en escena, riqueza artística, elegancia, vanguardismo. Quizá el primer cineasta francés formal en exponer sus aportaciones a este mundo fue Georges Méliés con sus cortometrajes fantásticos, pero ya en largometrajes habría que hablar de Jean Renoir.

Hijo del famoso pintor impresionista Pierre Auguste Renoir, Jean fue un cineasta que antecedió al famoso movimiento francés de la nouvelle vague, de echo muchos directores de esta corriente fueron influenciados de forma importante por el cine de Renoir, el cual en su primera etapa; la europea, se caracterizaba por ser una especie de unión entre el realismo y un expresionismo muy propio, buscando en algunos filmes la oscuridad del ser humano.

También hay que mencionar que Renoir fue de los primeros en regalarnos femme fatales dentro del mundo del cine, actrices como Janie Marèse o Simone Simon fueron de las primeras actrices francés en representar a este tipo de personaje, mujeres seductoras que usan su cuerpo para obtener sus objetivos y poder sobre los hombres. El cine americano perfeccionaría el estereotipo y lo llevaría a su cumbre más alta con el cine noir, pero fue con estas mujeres cuando empezaron a darse los primeros chispazos.

Tras su exilio de Francia, Renoir tendría una segunda etapa en Hollywood, la mayoría filmes por encargo pero donde el cineasta dejaba imprimido su sello sobre todo en filmes de propaganda, que además le dieron la oportunidad de dirigir a grandes estrellas americanas como Charles Laughton o Walter Brennan.

Ya en la etapa final de su carrera regreso a Francia donde dirigió algunas notables películas, retirándose a finales de los 50s principio de los 60s, justo cuando la nouvelle vague empezaba a dar sus primeros pasos.

Uno de los cineastas franceses más representativos de la historia del cine, la clara muestra de cómo el cine francés siempre se ha mantenido a la vanguardia y ha expuesto originalidad como nadie. Jean Renoir se une por esta razón y muchas más a la sección Cineastas en Alegato.

“El problema es que la televisión amalgame y convierta en papilla informe la realidad, la ficción, lo fundamental, lo secundario, el divertimiento y la reflexión”.- Jean Renoir

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La bestia humana. Basada en la novela de Emile Zola (que tendría un remake americano de la mano de Fritz Lang) se trata de uno de los filmes más importantes en la carrera de Renoir donde se encuentran algunos de sus más aclamados elementos, la fusión entre el realismo y la ficción buscando retratar lo maligno y despiadado del ser humano aquí a través de una fantástica femme fatale representada por Simone Simon. Pero es Jean Gabin el verdadero motor de este potente melodrama.

La regla del juego. A pesar de que el manejo de actores es fantástico y la puesta en escena irradia elegancia, es el guion que expone la condición humana, que retrata a la clase alta francesa, que busca enfrentar a dos géneros; los señores y los criados, el que se lleva las palmas. No es apasionante pero si muy inteligente y critica. Considerada por muchos críticos como la obra maestra de Renoir y título clave del cine francés.

Esta tierra es mía. El mejor filme del cineasta en su etapa americana, una película que se estrena en plena Segunda Guerra Mundial y que toca el tema del nazismo como pocas, es atrevida, valiente y si, propagandística. El discurso del personaje de Laughton al final del filme es maravilloso, imprescindible, debería de enseñarse en todas las escuelas del mundo, aunque sea solo por este legendario alegato.