Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Ser el primer filme mexicano en live action realizado desde su concepción en 3D es la carta de presentación con la que llega Más negro que la noche, remake de la película del mismo nombre hecha por Carlos Enrique Taboada en los 70s, la cual es considerada por muchos expertos como una de las mejores películas de terror de nuestro país.

Tras la muerte de su tía, Greta hereda su mansión a la cual decide mudarse con tres amigas, la única condición para poder habitar la casa es cuidar de Becker, un gato negro que solía ser la mascota de su tía. Sin embargo a su llegada a la imponente mansión, sucesos espeluznantes comienzan a ocurrir a las cuatro mujeres. Esta es la premisa con la que inicia Más negro que la noche, que si bien se trata de un remake, no es una copia como tal del filme original, ya que el director y guionista Henry Bedwell decide darle un giro a la historia a partir de la mitad de metraje.

Bedwell promete terror y sustos, y al menos eso intenta desde el inicio hasta el último segundo del metraje, buscando crear una atmósfera macabra donde en cualquier momento el espanto puede hacerse presente, con una fotografía llena de oscuridad y sombras. Sin embargo de aquí emana el primer error del filme, en su provocación total por asustar al público se pierde cierta naturalidad en los sustos, todo es demasiado artificial tanto en la realización como en la narración de la historia.

El segundo error viene en el mismo que cae el 99% de las películas de terror que se hacen hoy en dia, creyendo que la mejor fórmula para conseguir un susto es elevando el sonido inesperadamente con un movimiento de cámara rápido para dar paso a una imagen que haga pegar el grito; y si, puede funcionar en el momento, el problema es que pasando la sorpresa el terror se evapora por completo. No hay terror psicológico, no hay un golpe de horror a la mente del público cuando los créditos finales aparecen en pantalla, no habrá pesadillas en los sueños del espectador pues el terror es momentáneo, no se queda grabado.

A nivel narrativo la primera parte del film cumple acertadamente, con la presentación de los personajes, el desenvolvimiento de la historia para finalmente dar paso a las bombas, sin embargo con la llegada del climax todo se escapa por completo de las manos del director, comienzan una serie de sustos cada cinco segundos para intentar no dar respiro, pero lo único que hacen es sofocar a un espectador que ya ve todo muy rutinario y cansino, ni siquiera las escenas fuertes visualmente (muy bien hechas eso sí) consiguen el impacto que deberían.

Interpretativamente las cuatro actrices principales no poseen la fuerza que se necesita en un filme de este tipo, siendo opacas en cada secuencia por la roba escenas Margarita Sanz que encarna a Evangelina, la extraña sirvienta de la mansión.

En lo que respecta al 3D está bien hecho en muchas escenas aunque tampoco es necesario verla en este formato, aunque hay una secuencia en específico que con la ayuda de efectos visuales es muy agradable para la pupila, pero no es suficiente para justificar esta técnica.

Más negro que la noche termina por ser entretenida pero es fallida tanto en su intento por hacer asustar como en la conquista con su trama, tampoco logra rendirle homenaje al filme original, que pese a no ser perfecto era bastante interesante en su concepción de horror. Todo termina siendo muy oscuro para esta película, demasiado negro, con muy pocos rayos de luz.