Por: Daniel Hernández García.

Hay un cadáver
en el centro del mundo,
un circulo de niñas
con orquídeas en las manos
bailan alrededor de el,
los brazos blancos de la niñez
se abren para ser perpetrados
por la mirada salvaje del violador.

Un vagabundo
observa desde la oscuridad
como lo ha hecho toda su vida,
y así es como nos ha narrado la historia.

Humanidad monstruosa
que germina en el océano,
donde la sal congela la sangre.

El ciego se arranco los ojos para huir,
pero jamás escapo de la realidad,
vive atormentado en llantos
y lagrimas que oxidan monedas.

Izan banderas
en dirección a los hornos,
donde nuestros niños
vestidos de obreros
cavan pequeñas tumbas,
donde se arrojan sonajas y cascabeles.

Ya no hay sonidos dulces,
ni sonrisas que reflejen el sol.,
las orquídeas se marchitaron
ante la mirada del cadáver.

El aullido comenzó.