Por: Daniel Hernández García.

Hay una mentira
clavada en cada mente,
niños que nacen muertos,
colgados de algún despertar,
llorados en una cuna rota,
trapecio angular.

Sangre que se acumula
en nuestra cabeza,
para ser llorada por la eternidad.

A partir de la noche
que explotamos de pánico,
creamos deidades
para sentirnos un poco mas seguros.

Fue Maria
la primera en llorar,
aquella noche que el cielo
se alimento de mentiras.

Fue así,
como creamos el tiempo,
para darle un espacio a la muerte
y poder soñar con la eternidad.