Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Después de que en 1968 el maestro Stanley Kubrick estrenara la obra de ciencia ficción 2001: Odisea en el espacio la lluvia de críticas no se hizo esperar, debido a lo poco convencional que esta resulto ser cinematográficamente hablando. A pesar de que la película consiguió el único Oscar para Kubrick en toda su carrera por mejores efectos visuales se ganó el odio de muchos espectadores. Asi el director nacido en Nueva York luego de haber proyectado su visión del futuro de todo un universo ahora se dedicaría a crear un mundo futurista pero más personal y crítico, ambientado en un contexto social.

Naranja mecánica, basada en la novela de Anthony Burgess sigue las desventuras de un chico llamado Alex al cual una sociedad desinteresada y destructiva lo ha convertido en un ser apasionado, que ama la violencia en cualquiera de sus rostros pero que su lado más humano lo hace amar la música del legendario Luwding Van Beethoven. La misma sociedad que ha creado a Alex después intenta transformarlo en una naranja mecánica, un ser que no posee voluntad propia, manipulable. La primera crítica de Kubrick aparece en este punto, poniendo en manifiesto el rumbo que está tomando la sociedad a tal punto de convertirnos en unos monstros sin control, para después criticar al sistema de gobierno, las formas para la solución de problemas, como transforman a estos humanos y los manipula de tal forma que siempre aparezca a la imagen pública un lado que les dé luz y esperanza a las personas.

Estrenada en 1971 la película más contemporánea no podría ser. La ficción de la Naranja mecánica sucede actualmente en nuestros tiempos, sintoniza un canal de noticias y las imágenes son claras, violencia, delincuencia, inseguridad, una sociedad con miedo del mundo y de las personas, no se puede confiar en nadie. Kubrick parecía tener una máquina del tiempo, pues en plena década de los 70s ha creado un retrato perfecto, duro sí, pero realista sobre lo que es la humanidad ya en el año 2014, estamos hablando de 43 años después.

Pero la película no es solamente un retrato social o una crítica maravillosa, posee la palabra CINE por los 4 costados, Kubrick entiende perfectamente lo que es el séptimo arte, imágenes acompañadas de una historia para crear algo poderoso, algo fuera de nuestra imaginación, algo que nos haga pensar y nos haga estremecernos aun cuando los créditos finales aparecen en pantalla.

Pongámoslo más claro todavía, los primeros 40 minutos de Naranja mecánica son los momentos en los que el cine está en su cumbre, llega a los cielos, no existe nada mejor rodado en un medio audiovisual que los primeros 40 minutos de esta obra magna. Minutos llenos de violencia en pantalla pero con muchas ideas que aparecen en cada fotograma, desde el primer plano donde vemos el rostro de hijo del diablo de Alex mientras la toma se aleja y lo vemos rodeado de sus drugos, ese simple momento ya está dentro de los anales del cine, y todavía continúan más; la guerra de bandas, la violación, Alex en su recamara, su fornicación con dos chicas, su liderazgo y maltrato a sus compañeros hasta finalmente ser traicionado, todo acompañado con la mítica música de Beethoven de fondo, quien diría que esta partitura fuera tan acorde para acompañar imágenes de este tipo. Solo Kubrick es capaz de hacerlo.

Pero no porque estos minutos hayan acabado lo demás tiene desperdicio, al contrario, llegamos a un segundo acto donde la recuperación o medicación comienzan, la escena de la tortura de Alex mientras se somete al tratamiento Ludovico es magistral, golpea a todos los sentidos y entonces encontramos sentimientos encontrados. Alex es despojado de su alma y la obra maestra del gobierno ve frutos, se convierte en la Naranja mecánica que han pretendido, verlo con sus ojos abiertos mientras grita desesperadamente es uno de los momento más trágicos del cine, el espectador ya no odia a este ser, Kubrick crea lo imposible, crea compasión.

Asi llega un tercer acto donde viene el karma, Alex llega al mundo que una vez violento y ahora sufre las consecuencias. Se convierte en una víctima más de una sociedad que pide a gritos violencia, venganza, incapaz de perdonar, incapaz de sentir compasión, la sociedad pide sangre, pide muerte porque ahora ese es su modo de vida. Nuestro protagonista cae en desgracia y la pregunta llegan de todos lados ¿Alex merece lo que tiene? ¿Una víctima más del sistema y de la sociedad? ¿Somos los seres humanos simples títeres siendo controlados? ¿Poseemos voluntad? ¿En qué clase de mundo vivimos? ¿Si tuviéramos la oportunidad someteríamos a cualquier persona a un tratamiento como Ludovico?

Así en 3 actos Kubrick firma su obra maestra, otro de sus legados cinematográficos, crea arte, crea dolor, crea sensaciones indescriptibles. Todo lo grande del cine del director está contenida aquí, voz en off, música que acompaña como un personaje más, montaje milimétricamente perfecto, fotografía e iluminación en el lugar exacto y preciso, personajes memorables llenos de matices, leyendas, retroalimentación por parte del espectador. Hay muy pocos cineastas que traten al público como este señor, lo tortura, lo maltrata, lo hace emocionarse, lo persigue con sus imágenes para finalmente despertar su sentido de inteligencia en él. Todo eso está en Naranja mecánica.

Cuando se estrenó en los 70s el maestro recibió amenazas de muerte y fue obligado a retirar esta película del Reino Unido por 30 años, además muchos lo acusaron de causar que los jóvenes en esa época se volvieran violentos, se le acuso de crímenes de manera indirecta, pero asi como su “altar ego” Alex recibió su Karma, obtuvo 4 nominaciones a los premios Oscar, el filme se encuentra dentro de las 100 mejores películas de la historia según el American Film Institute, además de situarla entre de las 10 mejores películas de ciencia ficción.

Hoy en día Naranja mecánica se va ganado cada vez más fans que son capaces de entender las complejidades del film d Kubrick, ahora es una película de culto, considerada por muchos una obra maestra, aun su arte sigue golpeando cada sentido del espectador, aún es muy realista, aún es muy crítica, aún es muy cínica, hoy más que nunca es Cine en su máximo esplendor.