Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El cine es varias cosas. Es entretenimiento, es un producto, es mercadotecnia, es una forma de expresión de ideas y sentimientos, es arte. Hoy en dia parece que el llamado “cine de arte” está sumamente sobrevalorado, ahora cualquier “listillo” puede filmar una imagen hueca, vacía con una cámara y decir que transmite una infinidad de sentimientos, que refleja la vida y la muerte, que en el arte no existen limitaciones. Correcto, no lo existen, pero tampoco lo puede hacer cualquiera, no cualquiera es un autor, no cualquiera es un gran pensador, no cualquiera es un verdadero artista del cine personal, no cualquiera es Ingmar Bergman.

Probablemente el cineasta sueco sea el autor más grande de todos, el más inteligente y el que mejor sabía plasmar todas sus ideas en pantalla. Sus conocimientos sobre la vida, la muerte, la religión, el ateísmo, la familia, los sueños, la magia, lo surreal, lo onírico, el sexo, no poseen limitantes, es una enciclopedia total sobre estos temas y sus películas lo reflejan con claridad, con elegancia, con maestría y talento.

El reconocimiento internacional tardo en llegar para Bergman, durante una primera etapa no tan conocida, en su mayoría dramas pero que no lograron despegar su carrera. A mediados de los 50s es cuando comienza su racha total para convertirse en uno de los cineastas más influyentes del siglo XX, anteponiendo un estilo distinguible, ideas y cuestiones existencialistas con unos personajes generalmente atormentados de alguna forma por la vida. Desde ese momento hasta mediados de los 80s todo lo hacía Bergman era oro, para finalmente terminar su carrera con filmes hechos para la televisión, algunos de ellos muy alabados.

Bergman tuvo a varios actores aliados que lo acompañaron en su carrera, siendo quizá el más reconocido el gran Max Von Sydow, pero quien tuvo más oportunidades de ser dirigido por el sueco fue Gunnar Bjôrnstrand. Las chicas “Bergman” son igualmente distinguibles por ser mujeres sumisas, tristes, asustadas, características que eran retratadas perfectamente por actrices como Ingrid Thulin, Bibi Andersson, Liv Ullman o Harriet Andersson.

El cine no se puede entender sin la presencia de Bergman en él, hay claramente un antes y un después marcada por la llegada del director a este arte, numerosos grandes directores posteriores fueron influidos por su obra y si no pregúntenle a Woody Allen quien ha admitido infinidad de veces ser fan absoluto del sueco, incluso en varias películas del neoyorkino hay mucho contenido bergmaniano, que van desde pequeños detalles en el guion hasta un homenaje constante en los planos como en su filme Otra mujer.

La palabra “genio” puede estar sobrevalorada ya en el cine, no cualquiera lo es, algunos solo tienen un golpe de suerte, otros son muy grandes con enormes películas, pero quizá solo haya unos 5 o 6 que son absolutos genios, que no son seres de este mundo, que fueron tocados por una varita mágica para suerte del público deleitarnos con su arte, sus ideas y sus historias. Bergman era uno de ellos. Bienvenido a la sección Cineastas en Alegato, maestro.

“El miedo nos hace buscar una imagen salvadora y esa imagen es Dios”.- Ingmar Bergman

3 películas para recomendar

Fresas salvajes. Una verdadera joyita donde el genio revela su lado temeroso hacia la muerte, hacia la vejez, hacia el pensamiento de haber desperdiciado tu vida y nunca más poderla repetir. Un filme que invita hacer conciencia, no es lo mismo ver esta película por primera o décima vez, siempre descubres algo nuevo y todo dependerá del momento de tu vida que te encuentres. Eso es ser un filme mágico, una obra de arte y una reflexión visual como pocas.

Persona. Una película extraterrestre, infinitamente superior a la mente y a los sentidos, cine perfecto, milimétrico en cada fotograma, donde cada plano es una idea, es un concepto, es un torrente de emociones que te golpea directamente tanto al cerebro como al corazón. Ullman y Andersson se comen la pantalla en cada mirada, en cada palabra, con un solo movimiento en el que es uno de los mejores duelos actorales de la historia. Gracias Bergman por este pedazo de arte visual.

Fanny y Alexander. Sumamente emotiva y entrañable, con personajes maravillosos, humanos, realistas y que te conmueven. Visualmente puede ser el filme más conseguido del director, fotografía de enorme belleza, música fascinante, notables decorados y vestuario, pero es que además el guion es sublime, tocando temas que van desde la familia, pasando por la religión hasta la muerte, todo visto a través de los inocentes ojos de unos niños.