POR: Daniel Hernández García.

Hay amaneceres que no los despierto,

me desplazo como sombra

bajo la cortina de humo

de esta hoguera

que no para de trabajar.

 

Engranaje moldeando

nuestros cuerpos,

como desnudas luciérnagas

arañando los ojos del sol.

 

Bestias que lloran a la luna

desde un manicomio

cuando esta se escurre

en las grietas de sus lagrimas.

 

Trozos de carne

en busca de humanidad

que sin éxito

son lanzados a los carroñeros.

 

Perros mordiéndole un pie a la cordura,

mientras esta se muestra perfecta

en un saco de huesos.

 

Orbita ocular desangrándose

por la navaja de afeitar,

de un pulso epiléptico.

 

Ceniceros que aculan nieve,

mientras niños se alimentan de cáncer

a través de sus cuencas vacías

e iluminado los panteones con su cráneos.

 

Cocodrilos lloran poemas

al arrancarse las escamas

ante los ojos de Caín

en un congal de luz intermitente

 

Hay días en que despierto

un poco mas ciego,

pero cuando cae la noche me ilumino.