Por Josselin Chávez

No apareces en ningún lado, ¿acaso huyes de mi?

te extraño como cuando se deja a una mascota.

Siempre me acompañas en las etapas mas depresivas y en las mas creativas, he aprendido a estar contigo y eres base para estar con los demás, pero ahora no estás, ¿te molesta que gente me rodee y me quiera? Nunca he entendido tus celos, te vas unos meses y regresas golpeándome cuando se acaba el polvo, me consuelas y me llamas a extrañar. Eres tu quien desea consentirme con su perfume del último orgasmo, ese orgasmo en el acto de morir, donde se sufre, se desespera y el último aliento de vida es la perversión mas orgánica.

Dominas mis movimientos, aún no sé si puedo competir contigo. ¿quién a sus quince años en una suciedad consumista, que no haya nacido con una percepción e interés mas allá de lo común, sabe educar sus impulsos carnales en todo momento? Yo no, después de compartir alcoholes en la calle cual vagabunda sedentaria, la humedad interna que prohíbe cada mes nadar se evapora y se divorcia de la luna, es por eso que te invoco tres días después de la indiferencia blanca, para invitarte a salir en la noche, siempre de noche, ver los lunares del cielo y helarnos en el pavimento.

Nunca te puedo olvidar con cocaína, me acompañas días antes de ser seducida.