POR: Daniel Hernández García.

 

Hay cuerpos bajo mis parpados

que se esparcen en el dolor latente del pueblo,

huesos que carcomen mis entrañas,

semillas sin un lugar en el Mitla para ser lloradas.

 

Hay un camino de luces

para los que no regresaron a casa

y un sendero de cempasúchil

que los guía.

 

La sangre de la guadaña del tirano

evidencia su condición de bestia

y sus mentiras solo sirven

de disfraz lúgubre.

 

Coatlicue llora al no visionar

el alma de los caídos,

no hay un lugar en Mitla para ellos.

 

Solo queda la certidumbre del dolor.