Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Christopher Nolan regresa con su trabajo más ambicioso, con un proyecto que estuvo estancado durante muchos años y que finalmente puede ver la luz, una historia en la que por primera vez el director se despoja de la frialdad en sus tramas que lo ha caracterizado para contarnos algo que tiene mucha sangre en las venas, algo más especial, una carta de amor.

Interstellar es una película muy especial, varios factores le dan ese adjetivo, primeramente porque se trata de un filme de ciencia ficción creado a partir de hipótesis científicas del físico Kip Thorne, lo que la hace ser una cinta más «realista» que la mayoría de su género, la segunda es que se trata de una historia donde el espectador debe adaptarse a las reglas del universo que forman entre los hermanos Nolan y Thorne, olvidarse prácticamente de toda creencia o conocimiento que se tenga sobre la vida y adentrarse en este mundo ultra dimensional y gravitatorio, en caso de no hacerlo seguramente el público saldrá muy decepcionado ya que Interstellar plantea una filosofía a la que no todo el mundo le va a satisfacer.

Si en The Prestige Nolan se disfraza de mago y en Inception es un arquitecto de sueños construidos, aquí es un científico que plantea su propio método científico a través del cine, así nos lanza cuestiones ¿hasta donde somos capaces de llegar como seres humanos? ¿existe la posibilidad de romper las barreras del tiempo y espacio? ¿quienes somos, que nos define? Para esta última pregunta el director tiene una respuesta clara, el amor.

Podríamos dividir a Interstellar en tres actos, el primero es el planteamiento del problema, la Tierra poco a poco va dando sus últimos signos para crear vida lo que es un efecto negativo para el ser humano, la comida se acaba y el polvo es exagerado. Nolan nos retrata un planeta en plena etapa apocalíptica, con un realismo brutal, donde la tecnología sigue avanzando (robots, aviones controlados con una computadora) pero el resto esta desapareciendo, la fotografía de Hoyte van Hoytema ayuda para crear la atmósfera adecuada, una parte que recuerda a Tarkovsky en sus imágenes, pero en una contexto más comercial obviamente. Narrada lentamente a diferencia de sus trabajos anteriores, lo cual puede confundir a sus seguidores, pero el estilo esta ahi, el cineasta establece las reglas, la teoría, empieza a crear hipótesis, no le pide al espectador conocimiento previo, todo lo cuenta, lo cual es de agradecer.

En su segunda parte Nolan nos transporta al espacio infinito donde crea hermosas y poderosas secuencias a través de un silencio espacial aterrador y un agujero de gusano que se convierte en la principal herramienta de nuestros protagonistas. Empieza así la demostración de hipótesis, con mucha espectacularidad eso si, y el montaje nos regala una que otra joya de planificación y ejecución en pantalla, que nos brinda más de un guiño a la obra maestra de Kubrick 2001: Odisea en el espacio. Sin embargo en esta etapa también vemos la parte más débil de Interstellar la cual pertenece a la protagonizada por Jessica Chastain, y no porque la actriz lo haga mal (faltaba más) sino porque se empieza anotar cierto estancamiento en la historia con alguna que otra secuencia que producen total indiferencia.

La transición del segundo al tercer acto es un climax muy largo que puede ser hasta cierto punto excesivo, donde destaca principalmente la hermosa música de Hans Zimmer, que con solo un par de notas es capaz de poner la piel de gallina y llegar al éxtasis mientras el último acto se abre paso para dar paso a la tesis, a la teoría científica, donde datos cuánticos y el amor se unen para crear un mensaje hermoso y necesario, una parte final que si, recuerda nuevamente a 2001: Odisea en el espacio, pero a mi me ha recordado más que a ninguna otra a Inteligencia Artificial, y donde vemos la parte más humana de un cineasta que hasta este momento veíamos como alguien más frió y calculador, sin embargo aquí busca llegar directamente al corazón.

Matthew McConaughey es el actor del momento y lo vuelve a demostrar, transmitiendo mucha sensibilidad, mucha paternidad, a través de sus lagrimas logro hacerme un hueco en el estómago, mientras Anne Hathaway tiene un par de momentos muy notables y Chastain muy contenida pero exacta en su objetivo.

Interstellar es un filme muy especial, evidentemente tiene sus fisuras (exceso de metraje, escenas poco justificadas y un climax alargado) pero al final sus aciertos terminan eclipsando para crear un conjunto más que satisfactorio, buscando llegar a lo sobresaliente, que esto ya dependerá del espectador y su relaciones con el final que nos plantean y la fuerza con la que el mensaje llegue. Evidentemente se convertirá en un filme de culto que buscara traspasar la barrera del tiempo.