Resulta curioso que tras el fracaso de Los amantes pasajeros; un filme que prometía hilaridad en situaciones irreales, esta vez Pedro Almodovar tenga éxito como productor de un filme argentino que va por el mismo camino de comicidad, con numerosos actores y dividida en capítulos, como si de una unión de cortometrajes.

Las historias de Relatos salvajes de Damian Szifron son extremadamente hilarantes, llenas de humor negro, prácticamente todas partiendo del tema de la venganza y buscando en el espectador una sonrisa culpable al reírnos de la desgracia humana, algo que es muy difícil de conseguir pero que Szifron lo realiza con mucha naturalidad y facilidad.

Es muy difícil evaluar en conjunto a Relatos salvajes pues son varias historias independientes las que la forman, por lo que esta vez dedicare un párrafo a cada uno de sus cortos.

Pasternak es la forma ideal de comenzar este filme, manifestándonos que todo puede ocurrir de aquí en adelante en cuanto a las situaciones y el nivel de humor, una forma sumamente agradable de comenzar con un humor muy ácido, rápidamente el director ha logrado contagiarnos de la comicidad que veremos el resto de la cinta.

En Las ratas hay un pequeño descenso pero sigue conservando la frescura del humor, con una maravillosa Rita Cortese que a pesar de ser un personaje secundario en esta historia, se lleva las palmas gracias a los diálogos que desprende su rol.

El más fuerte es quizá el mejor de los cortos. Comienza como un homenaje a El diablo sobre ruedas de Spielberg para terminar siendo un despiporre total al más puro estilo de Quentin Tarantino donde la violencia y las chuscas acciones de los protagonistas son el pan de cada día. El final es antológico y el trabajo de los protagonistas muy eficaz.

Bombita tiene como protagonista al gran Ricardo Darin que transmite tanta desgracia humana que es imposible no reírnos y sufrir con él, y es que se trata quizá del argumento más cotidiano de todos, nos carcajeamos ante algo que podemos sufrir todos los días por algo ajeno a nosotros. Otra vez el desenlace es sencillamente fantástico.

La propuesta es el menos cómico y mas dramático de las cortos, una critica hacia la corrupción y como esta puede encontrarse en cualquier persona. Aunque hay alguno que otro diálogo eficaz se empieza a sentir un poco ya cansada la fórmula, las risas ya son mas forzadas y el final bastante torpe y precipitado, además que los personajes tienen un par de decisiones poco creíbles dado su dibujo inicial.

Terminamos con el más extravagante de todas las historias con Hasta que la muerte nos separe, donde nos muestran todas las cosas que pueden salir mal en el transcurrir de una boda, cuando todo parece felicidad los detalles empiezan a surgir y la rabia se convierte en la gran protagonista de la trama. Tan hilarante que resulta por momentos bastante ridícula y hasta irritante, esta claro que llegada ya casi las dos horas, las ideas ya no fluyeron tan ágil como en los primeros relatos.

Por la diferencia entre el nivel de sus cortos Relatos salvajes no termina por ser un filme redondo pero si una comedia sumamente estimulante sobre la venganza y la desgracia humana con algunos gags que quedaran grabados para el recuerdo.