Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Las segundas partes nunca fueron buenas. Las segundas partes solo buscan hacer más dinero y aprovecharse del éxito de la original. Las segundas partes son innecesarias. Estas son solo algunas de las frases que la gente comúnmente utiliza para referirse a las secuelas de un filme, sobre todo para aquellas que son la segunda parte de algún clásico y que cuyo objetivo al inicio nunca fue filmar una continuación. Hoy en día las secuelas son muy comunes, la mayoría de los filmes que se estrenan en el verano son parte de alguna saga cinematográfica, en una opinión muy personal creo que el exceso de continuaciones a llegado a tal grado que contribuye a la falta de originalidad en la industria.

Pero hay veces que la segunda parte sorprende, hay veces que no solo se limitan a repetir la fórmula sino que además revientan totalmente el universo del primer filme, hay veces que alcanzan el nivel de la original e incluso la superan convirtiéndose en grandes joyas del séptimo arte, hay veces que el cine se da el lujo de regalarnos películas como Terminator 2: El juicio final, El imperio contra ataca, Toy Story 2, El caballero de la noche o aquella que cumple 40 años este 2014 y que lleva por nombre El Padrino Parte II.

Probablemente el filme perfecto sea El Padrino, por eso es divertido imaginar lo que la gente pudo haber dicho allá en los años 70s cuando se anuncio que esta obra maestra tendría una secuela, quizá la misma si ahora mismo anunciaran El Padrino Parte IV o Casablanca II. Pero las mejores cosas vienen cuando uno menos las espera y por eso el tesoro que es la segunda parte de la saga de la familia Corleone es todavía más meritorio, alcanzando los niveles gigantes de la primera parte, para muchos superándola.

No voy a intentar alabar cada uno de los aspectos que hace a El Padrino II una obra maestra porque no acabaría, únicamente me centrare en los 3 más importantes de los que hablare a continuación.

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Primeramente la estructura narrativa, el filme tiene una forma de contar los hechos muy similar a la primera parte, comenzando por una fiesta y terminando con un climax violento, sin embargo Francis Ford Coppola en pleno éxtasis de su genialidad idea lo que es probablemente la primera precuela de la historia del cine contándonos los orígenes del fallecido Vito Corelone, su niñez, su llegada a América y su ascenso al poder. Así la películas nos relata dos historias paralelas, pasado y presente, padre e hijo, ascenso y descenso, todo parte del guion magistral de Coppola y Mario Puzo.

La saga de El Padrino tiene innumerables interpretaciones legendarias, comenzando con Marlon Brando, pasando por Robert De Niro, Robert Duvall hasta Andy Garcia. Pero quizá la mejor de todas ellas corra a cargo de un Al Pacino que alcanza un nivel que llega a los cielos actorales y los supera, con una simple mirada helada o sus ademanes, nos regala momentos épicos, siendo el mejor aquel donde recibe la noticia por parte de su esposa (estupenda Diane Keaton) de que lo abandonara.

El tercer aspecto es el toque shakesperiano que añade Coppola a la familia, en la primer película había violencia pero aquí es directamente una tragedia personal y familiar sellada con el beso más impactante y memorable de todos los tiempos, de Michael Corleone para su hermano Fredo, el beso de la muerte.

Así Coppola nos regala la «segunda parte» de la historia del cine. Es complicado hablar del cine sin mencionar a El Padrino, y es imposible hablar de esta sin hablar de su secuela, aquella que convirtió a la Familia no solo en una película más sino en el reflejo de nosotros mismos, mientras miramos al pasado y vemos que el lugar donde estamos actualmente no es el mismo que nos imaginábamos o pensábamos años atrás, así concientizamos y también lo hace Michael Corleone en el plano final antes de que la música de Nino Rota abra paso a los créditos finales.

Felices 40 años a la mejor secuela del cine.

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