Por: Daniel Hernández García.

Introducción.

Yo no me considero poeta porque no lo soy, ni pienso en lo más mínimo que sean relevantes mis escritos. Por lo siguiente: No son bellos, son garabatos hechos con furia y desesperación, pequeñas luces que surgen solo una vez y no vuelven a pasar, no tienen estructura ni método, son efímeros.

Tampoco pienso que alguien se identifique con ellos, pues no creo que haya alguien que me comprenda en lo más mínimo, ni creo compartir mi agrado por la autodestrucción de mi entorno, únicamente hablo por mí y para mí. Seguiré escribiendo hasta que muera, es lo único que se y que mi muerte la provocare yo. Lo he visto en sueños.

Posdata. A la gente que ha dicho que soy un grosero al escribir, que mesecito mejorar, que mis escritos son una ofensa para la poesía, jodanse y váyanse a la mierda, no escribo bien porque mi vida es un asco y tengo esquizofrenia.

Capítulo I

Ooh soledad absurda, realmente la sientes cuando está en ti… sabes, se siente como una grieta en la piel seca, realmente puedes llegar a desanimarte y tomar un peculiar desinterés por las cosas, no sabes si estas en lo correcto, de cierta forma eres un infeliz. Soy un infeliz, bueno conozco a muchos infelices pero has ellos tienen con quien estar, en cambio yo, no tengo a nadie.

Viernes por la noche, salgo de mi jodido trabajo, solo, realmente solo, qué más da, la calle está llena de chicas (creí que sería fácil joder hoy), todo pasa como lo habitual, en mi interior yo soy el mismo, no sé qué me ha pasado últimamente pues no he conseguido a nadie con quien pasar el rato, esto es una mierda para mí. La calle llena de bastardas y putas, las hay de todas clases: listas, bonitas, feministas, anarquistas, socialistas, sobreprotectoras, izquierdistas, incluso hay con las que crees que puedes pasar la vida atado a ellas, son putas de cierta forma y te hacen sentir bien… Bueno como decía es viernes por la noche y me dirijo al hoyo de siempre,… maldita sea es el segundo fin que cierra, no sé a dónde ir y por un momento me siento abandonado (en ese tiempo el lugar se encontraba clausurado, porque era un pequeño lugar frente a un parque donde era idóneo para que los yonkis se reunieran), me caga sentirme de esta forma pues hace darme cuenta de mi soledad y de mi irrelevancia en el plano. Solo y si donde ir.

De pronto me saludan dos tipos, los conozco pero no muy bien, ahí están y me invitan de su compañía, en este momento es lo mejor que tengo así que no me puedo dar el lujo de rechazarla, así que fuimos por una cheves a una tienda ubicada en el centro donde clandestinamente te dejan tomar en la parte trasera de la tienda y se puede jugar póker sobre la cajas de mercancía. Compramos una caguama entre los tres mientras mirábamos jugar a unos tipos, jugaban una mano de mil quinientos pesos, jamás imagine que se podía hacer dinero de esa forma y en lapsos cortos de tiempo, por un instante quise arriesgarme y comenzar a jugar.

Uno de mis compañeros de hoy me invita un cigarro añadiendo lo siguiente.

–        es cubano.

–        ¿es cohíba?. Respondí

–        No, me los trajo un amigo de cuba, es una marca popular de ahí.

–        Esta rico, un poco fuerte.

–        Si y fumar demasiado te puede marear de verdad.

Seguimos bebiendo de la cerveza y mirando el juego, uno de los tipos nos preguntó si queríamos jugar, le contestamos con una negativa.

-sabes jugar me dijo Eduardo.

-no, tengo una idea de cómo se juega pero no se jugar.

-a mí me pasa lo mismo. Dijo Toño.

-deberíamos de comprar una baraja y jugar tal vez por porros.

-no digas estupideces y dame más chela. Dijo Toño.

-vamos Daniel a comprarla y apostemos caballitos de mezcal en la bota.-comenta Eduardo sonriendo.

Por mi mente ya ebria, paso la idea de que ellos sabían jugar bien y lo único que querían era sangrarme las bolas (tiempo después aprendí a jugar bien e incluso de cierta forma predecir las cartas y así ganarme un poco la vida). Seguramente eso querían chuparme las bolas.

-será en otra ocasión Eduardo, precisamente hoy no tengo mucho dinero.-le respondí.

Pedimos otras tantas caguamas y después de un rato Toño se impacienta y sugiere movernos a otro lado, estoy deacuerdo con el, puesto que el ambiente se está poniendo pesado e incómodo. Además no creo que estos hombres piensen que somos un trío de homosexuales (Eduardo y Toño lo son). Bebo un trago largo para matar la caguama y pienso “si tuviera un amigo”, “tengo botellas de alcohol en mi casa, no tengo porque aguantar esta situación”, paso mi trago y regreso a mi realidad y salimos de este nebuloso lugar y regresamos al mismo punto donde los encontré o me encontraron.

Estamos frente a la bota, Eduardo entro al baño y Toño y yo esperamos afuera.

-porque no pasaste al baño en la tienda. Le reclama Toño a Eduardo.

-se me fue le pedo.

A mí me daba igual mear en la calle o en un digitorio, pero ellos se creían demasiado civilizados como para mear en la calle. Volvimos a esperar a Lalo, esta vez se metió a vender un poco de merca  en la bota. Espere afuera donde había mucha gente falsa, con sus hermosos disfraces de satín y seda, con etiquetas bonitas que significan los mismo que “basura”.

Toño saco uno más de sus cigarros cubanos pero no traía fuego, así que ofrecí para conseguir el fuego, me acerque a unas chicas que iluminaban la calle con su presencia, me acerque a ella y les pedí un poco de lumbre.

-disculpa tiene lumbre.

No voltearon ni siquiera a verme, así que me di media vuelta.

-Oye guapo- grito una de ellas.

Volteé y me aventó una caja de cerillos, los tome, puse el cigarro entre los labios y con un cerrillo lo encendí e inhale suavemente el momento.

-gracias eres una hermosa persona.

-cuando quieras.

Entendí que era el momento de hacerle la plática a la chica pero llego Toño por mi espalda y me dice hay que entrar a la bota para busca a Lalo.

-ok, vamos por tu hombre.

En una mesa del fondo Eduardo estaba con unos extranjeros que le habían invitado una copa de vino y amablemente nos invitaron una chela a Toño y a mí. Uno de los extranjeros estaba coqueteando con Lalo cosa que Toño noto y se comenzó a poner celoso y molesto. Toño no hizo nada para ocultar su enojo, así que le pidió a Lalo que nos fuéramos del lugar, Lalo lo ignoro así que Toño salió de la bota y seque afuera bajo la lluvia mirándonos, salí a hacerle compañía y a pedirle otro cigarro, fumando bajo la lluvia y mirando el interior del lugar comprendí que no tenía nada que hacer ahí. Le sugerí a Toño que fuéramos a la vinatería de la siguiente esquina a comprar una botella y me siguió sin protestar, dejamos a Eduardo con los extranjeros, ellos sabían lo que buscaban y Lalo lo que querían. Compramos una botella de sangre de cristo y nos sentamos a los pies de la estatua de Sor Juana Inés de la Cruz, platicamos de nuestras vidas y lo poco satisfechos que nos sentíamos.

La sangre de cristo,

bebí sangre de cristo

bajo los pies de Sor Juana,

la lluvia no ahuyento mi deseo

de desahogarme,

bebiendo sangre de cristo

sangre del hombre,

vino e idioteces.

Nos acabamos la botella y Eduardo nos encontró y se marchó con Toño, yo me que un rato más contemplando la Luna y después me fui a mi casa para dormir una vez más solo. Ooh soledad absurda.