Por G. Mateo 

Mira Haya mira,

con mi diente de acero voy sisando a tus jilgueros,

soy el hombre de madera, ando ya por la holladera,

poseo zarpas astilladas, tengo dagas hacinadas

acero pertrechado que en mi aldea he afilado

por la selva sufrirá tu noble roble por mi garra

veo tu fuerza destilada en el frío amojamada,

mi arista arderá en tus arrugas de madero

diametral y delicado será tu cerviz recortado,

manara de cada poro un grito retorcido

la última canción, tu gemido en mi cuchillo.

El mecánico tenor de la tala zumbara,

en mi sierra estarán gotas de electricidad

blanca savia aceitada

tu resina de ámbar recién herrumbrada,

en tu veta la esterlina multiplicare

por la plata ambiciosa el hierro te hincare,

artículo serás de galería,

grávida tranca en serrería

aguardando al destino que te ciña.

¡Tu epifanía gruñe a mí alma!

Te usurpe del paraje que te nutre, lo sé,

de la cosquilla caracolera, del insecto que te venera,

desenterré tu mundo diminuto

poesía delirante que te nacía,

verdes granadas que medran en flores

pajarillos murmullos que albergabas

te golpee,  extirpé

con el plomo zafio acuchillé

tus brazos, las raíces,

tu médula  he mutado

te he dejado mutilado a la orilla del boscaje

infectado por mi ser, boqueando como un pez,

con tu leño tan abierto observa bien,

mira Haya, viene el hombre

mira Haya, viene

mira Haya mira, ha llegado con la muerte…