Por Laura Vega 

Twitter: @LalysVs

 

Para una tarde de lectura no hay nada mejor que un libro especialmente corto, y mucho mejor sobre un tema que a muchos apasiona, la segunda guerra mundial, y es que aunque no es precisamente un libro histórico por lo menos refleja de forma previa los estragos que la gran contienda ocasionaría, yo diría que es una pequeña obra maestra literaria, y digo pequeña por lo corta pero suficiente para transmitir.

Publicado en 1938 y acogido como una obra maestra, es la historia de dos amigos y socios, un alemán y un judío estadounidense, que tras separarse mantienen su relación amistosa a través de cartas, mismas que enganchan por su sencillez y concisa descripción de lo que cada uno vive, lo interesante en cada una de ellas es la transformación de los personajes que van sufriendo entre cada intercambio, y sobre todo la idea que advierte la autora sobre los que estaba por avecinarse.

Lo que más reconozco del libro es la forma espectacular que tiene la escritora para crear una atmosfera distinta conforme se desarrolla la historia, bastan dos personajes tan aparentemente definidos para por lo menos intentar especular sobre el final, uno que no se hace esperar mucho y que en definitiva es uno de los mejores finales que hasta ahora he leído, redondo e imprevisible.

La historia es verdaderamente sencilla y la narración no pudo ser mejor, lo grandioso aquí es el medio de narración, las cartas, pues se convierten en un elemento más de la historia lo cual de alguna manera argumenta la aceleración y el cambio abrupto simplificando la historia, pero sin dejar de lado la sensación de que cada frase está escogida para sugerir la máxima información con el mínimo número de palabras.

En definitiva un libro que muestra la debilidad humana ante el poder y la codicia, ante la ingratitud y la maldad, factores que median un alejamiento paulatino por la diferencia de ideologías y  que lamentablemente siempre habrá ese sentimiento de provocación; con un incisivo final “Paradero desconocido” te dejara  con una sensación demoledora.

Obras recomendadas:

– Hasta ese día (1942)