Por José Luis Ayala Ramírez

Los primeros compases de una mentira, como esta se ve apoderando de ti lentamente hasta que se convierte en parte de tu vida, al punto que se vuelve en el pan de cada día, con algo que tenemos que enfrentarnos diariamente, hasta finalmente poder deshacernos de esa «falsa verdad» y lograr continuar, eso es algo que se ve reflejado en Margaret Keane, protagonista de Big eyes.

Son Scott Alexander y Larry Karaszewski; mismos responsables del guion de Ed Wood, los encargados de llevar este biopic de Margaret Keane a la pantalla grande, concentrándose en su relación con su esposo Walter Keane, el cual firmaba los cuadros que su mujer pintaba y llevarse todo el crédito. Toda una mentira que causo revuelo en el mundo del arte en los años 50s y 60s, la cual es expuesta ahora por el emblemático Tim Burton.

Se trata de probablemente la película menos personal del director de Big fish, mucho tiene que ver claramente un guion que no toca nada de los temas oscuros de los que Burton es tan seguidor, mientras aquí se trata más de una radiografía sobre la mentira, y hasta donde uno es capaz de poder sobre llevarla, quizá hasta las últimas consecuencias. Se ve sin embargo a un director bastante conservador y que no esta en un terreno que le sea de su gusto, si bien Big eyes contiene algunos elementos burtonianos (la comedia, a nivel visual el uso de los ojos grandes) no existe trascendencia en el relato, todo esta narrado de forma muy lineal y plana, sin apenas algún artificio destacado o que logre sobresalir, si bien es un producto bastante entretenido también es reiterativo en algunas situaciones y varias escenas quedan muy agregadas y sueltas dentro de la trama.

El dibujo del personaje principal Margaret Keane es bastante acertado, se nota una progresión dramática muy clara y una evolución bastante creíble, a esto se agrega una interpretación muy notable por parte de Amy Adams, capaz de contagiarnos primero de la inseguridad y ternura de su personaje para luego admirarla por sus decisiones. Sin embargo el motor de la película es Christoph Waltz, lo cual no quiere decir que sea precisamente bueno, su Walter Keane lleva el peso de la trama, sobre todo durante toda la primera hora, vemos al austriaco muy cómodo pero muchos tics y ademanes que sobran en un personaje que necesitaba mas serenidad en varios tramos, pero con Waltz sabemos exactamente lo que sucederá, su interpretación refleja la picardía y cinismo necesarios, pero el encanto del esposo y cordura quedan en el olvido, actúa como si de una comedia se tratara, lo que contradice los matices de Adams, haciendo que la historia sufra cambio de tonos importantes que Burton no es capaz de controlar.

En el apartado técnico nuevamente resalta una muy buena partitura de Danny Elfman, el colaborador habitual del director, aunque no esta dentro de sus trabajos más destacados.

Big eyes es un filme que busca exponer los conflictos de una mentira a través de los años con una trama basada en un hecho real, sin embargo que se queda a mitad del camino debido a un director que no logra manejar correctamente los tonos ni consigue momentos de mayor lucidez cinematográfica, esta vez Burton peca de conservador.