Por José Luis Ayala Ramírez

El alemán Wim Wenders posee una carrera llena de diversidad, sin embargo en los últimos años el género que mayor reconocimiento le ha dado es el documental, sobre todo a la hora de explorar el trabajo de diferentes artistas del medio, desde músicos como  Skip James, J.B. Lenoir o Ry Cooder hasta la bailarina y coreógrafa Pina Bausch.  En sus respectivos documentales, Wenders rinde homenaje a sus protagonistas dejando que su talento hable por ellos, regalando así verdaderos documentos artísticos sobre estos personajes, no sobre su vida, sino sobre su arte, que es lo que al final de cuentas describe mejor a cada uno de ellos.  

Antes de ver The Salt of the Earth (nominada a mejor documental en los Oscar 2014) no conocía en absoluto el nombre de Sebastião Salgado, pero eso no importa, ya que no es necesario conocer a este fotógrafo brasileño para disfrutar plenamente del filme, su trabajo es el que hablara por él.  

El 90 por ciento del metraje son fotografías, imágenes recogidas alrededor del mundo en los años 80s y 90s, donde Salgado busca proyectar la miseria humana, el realismo social y así crear una especie de concientización en el espectador. Ese es en resumidas cuentas el trabajo de este trotamundos, a lo que el director Wenders agrega una voz en off para compartir algunas experiencias, a las que también se une Juliano Ribeiro Salgado, hijo del fotógrafo y co director de este documental.  

Así a lo largo de cien minutos realizamos un viaje por el trabajo de uno de los lentes que mejor ha sabido proyectar el realismo, viajamos desde Sudamérica hasta África, donde fue testigo de la pobreza, dolor y hambre que sufren las personas en algunos países poco desarrollados. También hacemos una escala en México, país del que Salgado se enamoro, sobre todo por la gente que conoció en las zonas rurales, donde pudo sacar alguna de las mejores fotografías sobre la esencia de las culturas indígenas 

Wenders sabe muy bien atrapar al espectador desde un inicio, o Salgado más bien, la serie de imágenes que pasan de la belleza al horror, de la inocencia a la tragedia, hipnotizan irremediablemente que es imposible apartar los ojos de la pantalla, la fotografía traspasa de la pantalla a la vista y de esta al cerebro para pensar sobre lo que estamos viendo, pero sobre todo para emocionarnos, algunas imágenes ponen los pelos de punta pero otras conmueven de la forma más natural, es por eso quizá que la fotografía sea el arte más real y noble que ha creado el hombre, son pedazos de vida, y el trabajo de Salgado no hace sino reafirmar esto.  

The Salt of the Earth le da otro objetivo al cine, engrandece otro arte, eh aquí la prueba de como dos disciplinas tan diferentes se pueden fusionar para crear algo trascendente y emocionante.  

2 COMENTARIOS