POR: Daniel Hernández García.

La guillotina cayó sobre mi cabeza

dejando exportar mi cráneo,

bañando de color purpura

los adentros podridos de mi corazón.

Una mirada que se pierde

en el mar de rostros,

rostros que me arrastran

al olvido.

Entre huesos y azufre

la muerte me seduce

tras tu mirada.

La pica penetro mis costillas

y de ellas manan las palabras

que jamás serán pronunciadas

porque ahora son coágulos

que alimentan a los cuervos.

Mientras la tierra reclama mis lágrimas

mi boca no pronuncia

más palabras únicamente lamentos.

Y es por eso que los coyotes

aúllan conmigo