Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

La calle de la amargura es la nueva pieza dentro del mundo ripsteniano el cual hemos venido conociendo a la perfección a través de 50 años. Se trata de un universo hiper realista lleno de desesperanza, con personajes atormentados, tristes, donde generalmente su destino ronda la tragedia. Todo este contexto vuelve a plantearse en la última película de Arturo Ripstein.

Realmente la novedad o trascendencia no existe en la carrera de Ripstein con La calle de la amargura, la película promete algo y lo cumple a secas, el director busca dejar noqueado al espectador con su versión triste de la vida (a la que él ha expresado ve en blanco y negro) pero no lo consigue de forma tan efectiva como en varios trabajos anteriores. No se si es que la historia secundaria de los luchadores roza lo caricaturesco, o que los actores que interpretan a estos se sienten tan anti naturales, o que hay secuencias muy rutinarias e intrascendentes, pero hay algo que no deja que La calle de la amargura fluya mejor narrativamente hablando, y mucho menos a nivel emocional donde la historia deja bastante indiferente.

Aún así el director vuelve a dar cátedra en la puesta en escena. Con la colaboración de la fotografía de Alejandro Cantu, la cinta tiene una estética muy cuidada en todos los aspectos, las imágenes en blanco y negro reflejan perfectamente el entorno en el que se desenvuelve la historia y por otra parte la forma tan natural en que se mueve la cámara a través de interiores o exteriores es digna de elogio, Ripstein es uno de los cineastas actuales que mejor maneja el plano secuencia y aquí vuelve a dejar constancia de ello.

Patricia Reyes Spíndola vuelve a ponerse una vez más bajo las ordenes del director mexicano para regalarnos una interpretación llena de deshumanidad con uno que otro momento que pone los pelos de punta, pero su co protagónica Nora Velázquez no se queda atrás, se puede sentir lo miserable que se siente su personaje a través de su voz y gestos.

La calle de la amargura es una confirmación del universo desesperanzador de Arturo Ripstein pero que no regala ideas nuevas, es una obra menor dentro de su filmografía aunque no por eso no deja de ser interesante el visionado sobre todo para observar el trabajo de cámaras que es sobresaliente.