Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Lamentablemente en nuestra sociedad el prejuicio es un pan de cada día con el que tenemos que lidiar en todo tipo de circunstancias, por ejemplo en el simple hecho de conocer a una persona la mayoría de la gente ya forma un prejuicio por distintas razones, por su forma de vestir, por su color de piel, incluso por su nombre, lo que puede nublar la percepción a la hora de juzgar a esa persona por lo que verdaderamente es. En el cine pasa lo mismo, el espectador en su mayoría forma un prejuicio antes de ver una película, incluso al momento de conocerla u oírla nombrar, y quizá esto impida que vaya a verla y forme un veredicto con sus propios ojos. El prejuicio cinéfilo ciega.

En el mundo del cine hay muchos estilos de prejuicio que van en todo tipo de espectadores. Probablemente el más notorio sea el clásico «odio el cine comercial», muy común hoy en día sobre todo en el público hípster o el obsesionado con su idea de cine de arte, o también por el simple hecho de no seguir a las masas dirían unos. Parecería casi una regla de muchos pseudo cinéfilos que cualquier película comercial es mala, fatal error que es contradicho una y otra vez cada año, sin ir más lejos los dos filmes mejores reseñados de lo que vamos de este 2015 son Mad Max: Fury Road e Intensamente, dos blockbuster dirigido al gran público, que no por ello quiere decir que su calidad fílmica sea mala ni mucho menos,  algo que muchos se niegan a reconocer.

Y también esta la contra parte de este prejuicio «odio el cine comercial» con el «no me gusta el cine de arte» o bien «el cine de arte es el mejor», nuevamente una sentencia absolutista totalmente errónea. Para empezar ¿Qué es cine de arte? Muchas veces he oído que cualquier película no filmada en Hollywood puede ser llamada así, también que sea cualquier película en blanco y negro o hablada en otro idioma que no sea el ingles, o una cinta de de corte independiente, o una película muda. Alguna vez en una compañía de cine vi que en la sala de «Cine de Arte» proyectaban Amigos (Intouchables), una cinta francesa que si no fuera por esto de la nacionalidad sería un típico producto de Hollywood, pero al parecer como era una cinta de Francia eso ya la catalogaba como «cine de arte» y lo peor es que el público así lo cree. No me puedo atrever a dar una definición de cine de arte, finalmente el cine como tal es arte, no importa si es una película de Hollywood o una de corte independiente de algún país europeo, para mí no tiene nada que ver con el lenguaje o los actores que participan en ella, sino por la calidad cinematográfica del producto. Por ejemplo puedo afirmar que The Dark Knight de Christopher Nolan tiene más elementos artísticos que el 99% de las películas estrenadas en su año 2008, incluyendo a todas esas cintas denominadas de arte, y por supuesto que la historia trate sobre Batman no impide para que pueda ser llamado arte fílmico.

Esta parte sobre el cine comercial vs cine de arte la finalizo con una frase que alguna vez dijo un amigo, «ni todo el cine comercial es malo, ni todo el cine de arte es bueno, algo tan sencillo a veces es tan difícil de comprender». Y cuanta razón tenía.

En este mundo donde las adaptaciones literarias al cine son estrenadas casi todos los viernes existe el clásico prejuicio de «el libro es mejor», algo nuevamente totalmente nulo, primeramente porque es imposible hacer una comparación cine vs literatura, son dos artes y medios totalmente diferentes que no deben mezclarse al momento de hacer una comparación o juicio, las películas se comparan con películas y los libros con libros, así de simple. Hubo mucha gente que se quejo por ejemplo de los cambios en la versión cinematográfica de El Resplandor de Stanley Kubrick, como si la película solo tuviera que ser vista por los fans del libro de Stephen King y que tuviera que ser una calca exacta del libro, un error que es lamentablemente muy común, y es que un cineasta no es un imitador, un cineasta crea, una cosa es basarse en un libro (o comic, o libreto de teatro) para hacer una película y otra hacer una simple copia audiovisual, y de eso no se trata el cine.

Hay mucha gente que asocia el cine de animación con cine para niños o infantil, otra vez un error garrafal. Efectivamente el cine de animación nació con Disney que hacía películas dirigidas al público infantil, pero aun así contenían elementos muy adultos, en ocasiones mucho más complejos que los mostrados en un filme action live, sino ahí esta la tenebrosa secuencia de los elefantes rosas de Dumbo. Y bueno, actualmente las ideas más frescas a nivel mundial en el cine son expuestas en forma de animación, de esa forma han nacido joyas indispensables como El viaje de Chihiro, Mary and Max, Persepolis, Vals con Bashir, entre muchas otras.

«Si no asusta no es película de terror» es otro de mis consentidos. Pareciera que el público actual del cine de terror exige que lo asusten o la película no sirve, o el clásico «si no asusta no es terror, es suspenso». Para irnos a los inicios del cine tenemos a Nosferatu o El doctor Frankestein con Boris Karloff, clásicos de terror que no tienen que desprender miedo para ser consideradas reinas del género. En los últimos años es difícil encontrar obras de horror que vayan a trascender, pero ahí esta por ejemplo The Babadook o El conjuro, dos filmes que asustan si, pero cuyos mejores momentos, y los que las harán importantes con el transcurrir del tiempo, son otros que no tienen nada que ver con pegar un grito efectista en la sala.

Estos son solo algunos de los prejuicios cinéfilos que hay pero que existen muchos más, que impiden en su mayoría que podamos crecer como espectadores e incluso como personas, el cine es arte, y el arte nutre, el arte enseña, el arte emociona. Acabo con este texto invitando a los lectores a evitar el prejuicio y empezar a ver películas de todo tipo, créanme que se sorprenderán en más de una ocasión.

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