Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Charlie Kaufman regresa con su segundo trabajo como director tras Synecdoche New York, con el largometraje en stop motion Anomalisa, una cinta de la que casi no  debe revelarse sobre su contenido antes de su visionado pues una de las principales razones para convertirla en toda una experiencia es irse sumergiendo poco a poco por el universo Kaufman, para así ser sorprendidos como ocurrió con sus guiones en Cómo ser John Malkovich o Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.

Anomalisa a simple vista podría parecer el guion más sencillo de la carrera del director/ escritor, sin embargo también esta lleno de aristas y detalles para degustarse lentamente, la historia que combina extrañamente romance con comedia negra y pequeños tintes de surrealismo es muy especial en forma y fondo, la madurez y profundidad del libreto es casi invisible, todo va creciendo de forma muy natural.

Pero más allá de su guion, la genialidad de Anomalisa viene de una herramienta narrativa auditiva que sorprende y es sumamente deliciosa, y lo mejor es que esta perfectamente justificado con la trama que se va contando. Ya tan solo este simple pero eficaz artificio hace que valga la pena el precio de la entrada.

El uso de stop motion le da una sensación única a Anomalisa, aunque ciertamente el resultado no hubiera cambiado tanto de haberse filmado en live action, de echo uno se olvida que lo que esta viendo es animación debido a lo hermosamente humana que resulta, tanto por lo sensible y duro del relato como por las imágenes que se proyectan, a la cabeza la mejor secuencia de sexo de los últimos años.

En cuanto a los aspectos negativos, me hubiera gustado una resolución con mayor tiempo en pantalla, parece que todo acaba muy rápido luego de un largo inicio y climax, sobre todo pensando que en uno de los personajes principales se pudo haber profundizado todavía más.

Anomalisa es una pequeña joya de la animación, tan sencilla como compleja, tan bella como trágica, tan real como surreal, una película para digerirla lentamente y enamorarse de sus numerosos detalles.