Por Josselin Chávez

 

Parece ser que las grandes mentes se nos están yendo, ¿Dónde quedará el consuelo? ¿Dónde quedarán las mentes brillantes? ¿Dónde habrá luz? No es nuevo saber lo que pasa en el mundo ahora, hay pensadores que de verdad se han dedicado a realizar sus labores pasionales, deplorable es la ida de Umberto Eco escritor, filósofo, experto en semiótica, en libros antiguos, ensayista, crítico literario, semiólogo, comunicólogo como escribe Juan Cruz, “era un sabio que conocía todas las cosas simulando que las ignoraba para seguir aprendiendo”.

Umberto Eco nació en la ciudad piamontesa de Alessandria el 5 de enero 1932, hijo de comerciantes, formó parte activa de los movimientos juveniles de Acción Católica, estudió Filosofía en Turín y se doctoró en 1954.

Doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, entre ellas, la Complutense (1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996), la de Castilla-La Mancha (1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Posee numerosos premios y condecoraciones, como la Legión de Honor de Francia y el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000.

Sin duda un hombre de la verdad, un hombre que no se dejaba amonestar, abria los rostros ajenos y los hacia tomar una cara, desarrollarla, abría los oidos , iluminaba, un maestro de guias que hace fuertes los corazones y brinda camino y ahora ¿Quién podrá igualar El péndulo de Foucoult? ¿Quién nos maravillará con El nombre de la Rosa? ¿Quién nos guiará por las estéticas a traves del tiempo? ¿Quién nos hará cuerdos y cuidadosos? Pero como él decia que hay millones de libros que no son leidos  ¿Dónde está nuestra voluntad? ¿Acaso queda alguien con la voluntad de estas personas para escribir poesía, historia, investigaciones, análisis…?

Yo espero que si quede alguien, mientras tanto nuestro eterno compromiso inaplazable como estudiantes, seres, artistas, humanos, es devolver el favor cuestionarnos el por qué, seguir regando el conocimiento que ellos dejaron para nosotros y humanizar el querer.

“El viernes a las 22.30, en Milán, frente al castillo Sforzesco, Italia perdió un pedazo de inmortalidad.” Pablo Ordaz