Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El anime siempre ha existido casi desde que el cine se invento, allá por 1907 esta fechado como el primer año donde se hizo animación en el país nipón. Lo que no cabe duda es que el anime tiene un antes y un después tras la llegada a la industria del cofundador de estudios Ghibli, Hayao Miyazaki.

El animador japonés comenzó a trabajar en el mundo de los dibujos desde los años 60s, y antes de tener fama internacional trabajo en conocidas series como son Heidi y Sherlock Holmes, en la primera coincidiendo con Isao Takahata (director de La tumba de las luciérnagas), juntos harían que el mundo se fijara en la animación oriental.

Es muy justo llamar a Miyazaki el «Disney japonés», y no es para menos, actualmente todos los productos que salen de este género se ven influenciados de una y otra manera en el cine de este director, ya sea por el estilo, el dibujo artesanal, la forma, el uso del color, o en el fondo, las historias llenas de cultura y costumbres orientales.

El universo cinematográfico de Miyazaki esta perfectamente construido y definido, probablemente las mismas historias llevadas por otro realizador no tendrían la misma aceptación, y es que este cineasta tiene un control perfecto de su mundo, lo que le permite contarnos cualquier cosa, y por muy absurda que sea, lo vamos a aceptar, eso es ser un autor, y en el mundo de la animación son contados con los dedos de una mano los autores de verdad.

Es fascinante la forma en que este director fusiona realidad con fantasía, prácticamente en toda su filmografía lo hace de manera perfecta, las anécdotas siempre son muy humanas pero cuando aparecen espíritus del bosque, fantasmas, brujas, dragones, sirenas, nos transportamos a un mundo único y lleno de magia, y lejos de que la sensibilidad humana desaparezca los utiliza para reforzar su mensaje, siempre centrándose en temas como el amor o la naturaleza.

Personajes como Totoro, el Gatobus, el Sin Cara, Calcifer, Cabeza de Nabo, forman ya parte de la cultura; no solo oriental, sino mundial, sobre todo el primero, Totoro es el equivalente a Mickey Mouse en el anime.

Sin duda era necesario abrirle un espacio en nuestra sección Cineastas a Hayao Miyazaki, una de las grandes mentes de la animación mundial, la historia seguramente lo pondrá a la altura de Walt Disney como las más grandes mentes de un género, menospreciado por muchos que dicen solo es de «caricaturas», cuando se trata en realidad de una de las mejores formas de llevar a la pantalla ideas únicas y originales.

 

«Siempre estoy entre risas y lágrimas ante el magnífico espectáculo de sus películas animadas. La belleza de las imágenes, su sentido de lo natural, su simplicidad no dejan de conmoverme. Me alegro al pensar que realizadores como usted han sabido lograr su independencia frente a los grandes estudios japoneses, que no han sabido evolucionar y han perdido el verdadero sentido del cine».- Akira Kurosawa sobre Miyazaki

 

3 películas para recomendar  

 

Mi vecino Totoro. Probablemente es la película más accesible en la filmografía del director, una historia muy simple y con pocos matices pero llena de ternura y momentos gloriosos. Las entradas de Totoro y el Gatobus son memorables, acompañadas las imágenes de la hermosa música de Joe Hisaishi, el mejor socio que ha tenido Miyazaki en su carrera.

La princesa Mononoke. Si Totoro es infantil y simple, Mononoke es adulta y compleja, pero no por eso el nivel de entrañabilidad es menor, por el contrario, se expande, y muestra la habilidad del cineasta para exponer las emociones de sus personajes mientras el mensaje ambiental se mete en nuestras mentes.

El viaje de Chihiro. La película que le dio la fama mundial (con un Oscar incluido). Decíamos que Totoro es infantil, y Mononoke es compleja, pues Chihiro esta justo en medio, es ambas, esta llena de imaginación pura, ingenio, como si las imágenes salieran de la mente de un niño, pero a la vez el argumento y el discurso es muy maduro, serio, complejo, por lo que hay que tener la mente muy abierta. Considerada por la mayoría como su mejor filme, y uno de los más grandes en la historia de la animación.