Por Harry Cano

 

“Cuando no sabes por experiencia o no puedes explorar (un personaje) a través de la imaginación, lo mejor es hacer algún tipo de trabajo práctico que estimule la imaginación, porque finalmente todo es un acto de imaginación”.

Daniel Day-Lewis

 

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Mi admiración por Daniel Day-Lewis es infinita, conocí su poderosa mirada en la película “En el nombre del padre” de Jim Sheridan, filme que relata los casos de “Los cuatro de guildford” y “los siete de maguire”, un drama irlandés que cuenta, uno de los asuntos más sonados de injusticia judicial en el Reino Unido.

El caso es que Day-Lewis, podría ser el mejor actor que ha dado el cine (es mi opinión personal, no es afirmación), su manera de apoderarse de los personajes hace que olvidemos por completo a Day-Lewis y creamos en la ambición desmedida de Daniel Plainview en “Petróleo Sangriento” de Paul Thomas

Anderson, o que caigamos por completo en la lucha y la tristeza que está viviendo Christy Brown en “Mi pie izquierdo” también de Sheridan.

Podemos ver a “actores” como Adam Sandler o Sandra Bullock, por mencionar un ejemplo; donde “interpretan” a distintos personajes, pero ellos siguen siendo los mismos, siguen siendo Sandler y Bullock; con Day-Lewis hay una apropiación de época, origen y rasgos psicológicos, donde su presencia es apabullante. He ahí la diferencia de Day-Lewis, a todos los actores de su generación.

LA FORMULA INSANA.

Todos los amantes del cine, sabemos de antemano la fórmula de Day-Lewis, para meterse de lleno en sus personajes –considerada por críticos y colegas como insana-, en “Mi pie izquierdo” permaneció dos meses en silla de ruedas, pedía al equipo de rodaje que lo levantaran y lo volvieran a poner en la silla, como si fuera una persona invalida, además aprendió a pintar y escribir con su pie izquierdo. Para “En el nombre del padre” pidió estar incomunicado en una celda por tres días, para sentir el aislamiento de un prisionero. En “Lincoln” de Steven Spielberg, firmaba los correo electrónicos como Abraham Lincoln y le pedía a Spielberg que lo llamara Sr. Presidente, amén de que, dejo de ver, a su esposa e hijos por meses, estudio la escritura del presidente estadounidense e inspecciono durante meses las fotografías tomadas al presidente en los últimos meses de su vida.

En las dos películas que ha realizado de la mano de Martin Scorsese, ha experimentado con distintos procederes: como caminar por la ciudad de Nueva York con bastón y sombrero de copa, además de aprender a afilar cuchillos y cortar como un auténtico carnicero, para su personaje de “Bill el carnicero” en “Pandillas de Nueva York” y en “La edad de la inocencia” se alojó por meses en el hotel.

En “Petróleo Sangriento” paso meses desprendido de su familia, aprendió el acento de los pobladores del oeste de principios del siglo XX; para darle más autenticidad a su personaje pedía que lo dejaran dormir en una cabaña que se utilizó en las locaciones del filme.

Daniel Plainview, el personaje de Day-Lewis en “Petróleo Sangriento”, es considerado, uno de los mejores villanos de los últimos años en el cine.

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PRESTIGIO, RECHAZO Y PREMIOS.

Lo que más detesta Day-Lewis en la vida es el dinero y el prestigio, no escoge sus trabajos por esos motivos y se puede dar el lujo de trabajar cuando quiere (en los momentos que no actúa se dedica a hacer zapatos) y con quien quiere, estas decisiones son muy importantes para él, al momento de elegir un personaje, ya que brinda toda su entrega.

Para que Day-Lewis aceptara trabajar en “Pandillas de Nueva York”, tuvieron que pasar años. Acepto, porque Scorsese llevaba casi veinte años preparando la película, la pasión del director y su insistencia, llevaron al actor a decir, sí.

Dio, un no, rotundo, a Neil Jordan, este lo quería en el personaje de “Lestat” en “Entrevista con el vampiro”. Ignoro el personaje de “Aragorn” en “El Señor de los Anillos”, ya que lo veía como un personaje muy superficial; y dio otro, no, rotundo a Joel Schumacher para interpretar a “Batman” – papel que se quedó Val Kilmer-.

Rechazo en dos ocasiones a Steven Spielberg, porque según el actor, no se consideraba la persona apropiada para interpretar a alguien tan importante como Lincoln. Spielberg le pidió al guionista Tony Kushner que reescribiera el guion hasta en tres ocasiones, para que Day-Lewis, aceptara (he aquí porque Spielberg tardo años en realizar “Lincoln”). En la tercera solicitud, el actor acepto, pero mencionaba que no sabía cómo apropiarse del personaje, ya que no existen evidencias, que hablen sobre cómo era Lincoln.

En entrevistas ha mencionado que para desprenderse de un personaje solo deja que “se desvanezcan despacio”.

Su legado es grande, hasta el momento es el único actor en la historia del cine en haber ganado en tres ocasiones el Oscar al mejor actor, también ha ganado en dos ocasiones el Globo de Oro, el BAFTA, el SAG, entre otros.

Desaparece por muchos años y de pronto da la sorpresa con su retorno al cine, dándole un halo de leyenda. Actores como Sean Penn, Tom Hanks, Ben Affleck o Denzel Washington lo catalogan como el mejor actor en la historia del cine, otros lo comparan con Marlon Brando o Laurence Olivier. Pero algo si es seguro, lo respetan.

Su vida no está llena de glamour o de contratos de millones estratosféricos, vive una vida sencilla y casera en las colinas de Wicklow en Irlanda. Lleva 19 años viviendo ahí, junto a su esposa la directora de cine, Rebecca Miller (hija del dramaturgo Arthur Miller) y sus dos hijos.

Damas y caballeros, Daniel Day-Lewis es ante todo un artista en mayúsculas, un verdadero actor que se toma su labor, con razón y sesos (…) que planifica y formula, un actor de método, que ha llegado a la cumbre y que aún queda –imploro que así sea- mucho por ver, de uno de los actores, que le ha dado, verdadera gloria, al séptimo arte.

 

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