Por José Luis Ayala Ramírez

medianoche

Algo huele a talento desde la madre patria España. Tiene dos años ya desde que entreviste al joven promesa a director Toni Morejón  a propósito de su cortometraje Vacuity. Hace 1 semana el cineasta estreno su nuevo trabajo Medianoche en los Cinemes Girona en Barcelona, y lo confirmo, aquí se puede venir algo muy grande.

Antes de ver Medianoche me puse a ver nuevamente Vacuity, la cual me sigue pareciendo un producto muy admirable, más sabiendo los nulos medios con los que se contó para su rodaje. Por eso ahora teniendo un presupuesto más importante no es de sorprender que este nuevo cortometraje tenga una calidad visual y auditiva muy superior al promedio de lo que estamos acostumbrados a ver en el cine independiente; incluso en largometrajes, el hermoso plano del atardecer con la pareja protagonista es una prueba contundente de ello.

La primera vez que me entere del proyecto me atrajo la premisa, la idea de ir imaginando las situaciones que se vienen a tu cabeza cuando conoces a alguien con quien hay una conexión es algo cotidiano, que nos pasa a todos, además es algo que muy pocas veces se ha visto en pantalla. Con este antecedente me sumergí en Medianoche dándome cuenta como el argumento había sido transformado de una forma notoria, la idea se conserva ahí, pero la propuesta es mucho más ambiciosa de lo que pensaba, incluso más que la de Vacuity, lo que ya es decir.

Puedo decir que me sentí un poco decepcionado cuando los flashforwards apenas y duran unos instantes, son segundos que estéticamente son notables pero que los siento algunos fragmentos un poco forzados dentro del montaje, siendo más un muy bonito relleno.

Pero lo que sucede en la escena principal de Medianoche es oro puro. Lo que hace Toni con su co guionista Paloma Revilla es digno de destacar, una conversación de varios minutos sobre el amor en sus diferentes definiciones y conceptos, como surge, como se conserva, como se acaba, como se replantea, lo que significa para cada uno de nosotros dependiendo de las experiencias vividas, es algo que nos define como individuos, así como a los dos protagonistas Hugo y Claudia, de los cuales podemos conocer sus diferentes personalidades bien definidas a través de esta platica mano a mano que fluye a través de maravillosos diálogos y frases.

La química entre los protagonistas es otro elemento para que Medianoche funcione, la vibra que desprenden en pantalla Adrián Expósito y Sandra Martín es natural, te hacen sentir la atracción entre ellos, tanto en los momentos donde hay diálogo como en los minúsculos silencios incómodos (fantástica la escena de la despedida).

Me gusta la idea de pensar de que Toni es Hugo y nos entrega su Medianoche en forma de película, y como bien lo dice el protagonista los finales abiertos son los que le proponen la idea al espectador de elegir como la mente quiere que se termine el viaje, aunque esta vez no se posiciona por uno de sus personajes pero si por el relato romántico, evitando la tristeza y la amargura dándole paso al enamoramiento y la esperanza. Es un desenlace que en primera instancia me repelió, pero que después me fue convenciendo que era la única forma de finalizar un relato tan bello como melancólico.