Por José Luis Ayala Ramírez

 

Hermosa, nostálgica, romántica. La la land nos lleva a donde los sueños se materializan en realidades, la ciudad de las estrellas; Hollywood, ahí nos lleva Damien Chazelle para contagiarnos de su amor al cine y lo consigue, vaya si lo consigue.

Luego de un inicio poco alentador (el opening no me ha terminado por gustar) la magia se apodera de la pantalla en La  la land para nunca dejarla ir lo cual sucede gracias a varios factores, primeramente la química entre Ryan Gosling y Emma Stone, luego el trabajo visual apoyado en una fotografía realmente bella por parte Linus Sandgren que consigue algunos planos que son ya leyenda del cine, pero realmente es Chazelle el hombre clave, un director que con tan solo 32 años se ha ganado un lugar ya entre los nombres más interesantes de la industria y que aquí se nos mete al bolsillo con una obra marcada por su pasión sí, pero también por un talento innegable tanto en la puesta en escena; donde tiene en el plano secuencia su mejor arma, como en la narrativa donde apenas y hay baches.

No es ningún misterio que el director de Whiplash desea homenajear a los grandes clásicos del género musical, yo me he acordado sobre todo de las películas de Stanley Donen o Vicente Minnelli, pero La la land tiene vida propia, tiene un algo que le permite llegarnos al corazón y emocionarnos y eso es algo que agradezco siempre. Chazelle emplea elementos visuales y narrativos clásicos sí, pero también lo fusiona con cinematografía contemporánea haciendo que el filme tenga un extraño efecto atemporal que le impedirá envejecer en próximos visionados.

Stone realiza una interpretación muy carismática, muy fresca, me recuerda a una joven Judy Garland, mientras que a Gosling lo veo más contenido y menos cómodo también, aun así tiene algunos momentos brillantes.

El epilogo es magistral, reflexivo pero sobre todo real, es a la vez triste pero bello y penetra profundo.

La la land es un musical maravilloso, que tiene sus fallos no lo voy a negar, pero que lo sabe compensar perfectamente con sus numerosos aciertos y virtudes, con una magia muy especial que te impide dejar de soñar aun cuando las luces del cine se encienden para dar paso a la realidad.