Por: José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

Cuando se realiza un remake inmediatamente surge una pregunta obvia ¿es necesario? Todo dependerá, pues hay directores que le dan a estas historias ya conocidas una nueva perspectiva o que aportan algo nuevo desde su visión, cuando se hace con fines artísticos pueden salir cosas como Scarface, La mosca o The departed por nombrar algunas. Pero cuando la película original es ya perfecta ¿cuál es el punto? Habría que preguntarle a Gus van Sant cuando se le ocurrió la idea de hacer un remake de Psicosis, y como el filme de Hitchcock era intachable el señor decidió que lo mejor era imitarla, hacer una copia plano por plano, el resultado lo conocemos todos.

En el momento que Disney comenzó con esta tendencia de producir nuevas versiones de sus clásicos animados se esperaban cosas importantes ¿Qué podría salir mal de una nueva versión de Alicia en el país de las maravillas con el desequilibrado director por excelencia Tim Burton? ¿Acaso había una mejor opción para interpretar a Maléfica que Angelina Jolie? Los resultados definitivamente no fueron los mejores, pero la máquina de hacer dinero funcionaba perfectamente, la gente seguía asistiendo a las salas no importando la calidad de lo que se ofreciera, con que tuviera algo familiar o cercano a aquellas versiones animadas era más que suficiente, de modo que las nuevas versiones fueron sustituidas por historias idénticas de los clásicos, así llegaron La cenicienta, El libro de la selva y ahora La bella y la bestia donde ya es el colmo, no sólo es la misma historia durante el 95% de metraje sino que toda la puesta en escena es idéntica, los diálogos son los mismos, los números musicales con las mismas canciones de Alan Menken, cuando entra y sale la banda sonora, todo es una vil copia, en resumen la imaginación ha quedado atrás en Disney, la característica principal de esta casa productora ha quedado en el olvido, si Walt viera esto se nos vuelve a morir.

Ahora bien, si La bella y la bestia en su versión del 91 es una de las obras maestras de la animación, ¿imitarla casi en su totalidad en esta versión action live no supone que el filme sea igual de grandioso? La respuesta es no, la magia y la grandeza no son imitables. Pero siendo una calca también es justo decir que no es todo malo; aunque los aspectos positivos sean elementos que ya vimos anteriormente, la película funciona, es alegre y muy entretenida, eso no está a discusión, lo que se critica insisto es la falta de imaginación, de innovación, cuando los bolsillos del productor están por encima de la visión del director suceden este tipo de cosas.

A nivel visual es una película muy conseguida, sobre todo en el diseño de decorados y vestuario, la creación del castillo es extraordinaria así como la ambientación del pueblo donde vive Bella. Por su parte los efectos visuales son eficaces aunque no suponen ninguna mejora con respecto a los de El libro de la selva que vimos hace un año, en muchos momentos se nota el uso del CGI.

Por otra parte Emma Watson tiene una belleza muy natural que comparte con Bella, en ese punto la elección de casting es acertada, sin embargo ella está muy inexpresiva, se dedica a manejar dos gestos recurrentes en toda la película. Bastante mejor esta Luke Evans como Gaston, el cual tiene esa combinación de galán soberbio detestable que necesita el personaje. También es destacado el diseño de los objetos sirvientes que por cierto protagonizan el mejor momento de la película casi justo al final.

Al final de cuentas La bella y la bestia de Bill Condon cumplirá su objetivo, llenar los bolsillos de sus inversionistas, por el resto cuando por mi mente pasen las canciones de Alan Menken inmediatamente serán las imágenes del clásico de 1991 las que se posicionen, en unos años nadie se acordara de este remake falto de imaginación y magia.