La música, el teatro, la literatura, la danza y el cine son artes que requieren de un involucramiento más real del público el cual debe pagar para entrar al teatro o a la sala para apreciar una obra, a eso llamamos arte contemporáneo. Pagar el precio convierte al espectador en un artífice más del objeto; sin su aprobación e inversión la obra nunca hubiera trascendido como arte.

En un contexto “contemporáneo” el concepto de obra de arte y sus cualidades se propone ante la capacidad de multi-reproducción y velocidad de difusión de los nuevos medios, lo que provoca el replanteamiento de su función y de su propia existencia, sin embargo, la noción de arte continúa sujeta a discusión, debido a que su definición está abierta a interpretaciones, variando según la cultura, la época, o la sociedad.

En los últimos años donde la producción y el consumo acelerado se consideran como aspectos determinantes de la cultura; el arte parece estar perdiendo terreno  ante la inmediatez y precisión de las tecnologías actuales ya que debido a la producción en serie se demerita la idea del objeto único.

Si bien es cierto que actualmente nuestro concepto y apreciación respecto al arte se ha visto influido debido a la industria, también es cierto que todos son artistas y todo lo que el artista designe como arte es arte, pues al parecer ser artista contemporáneo es una moda elitista, llena de arrogancia, que se justifica cuando los “artistas” venden sus ocurrencias elementales y los coleccionistas demuestran su poder adquisitivo con esas compras caprichosas y exhibicionistas.

En un ejercicio de reflexión simple sobre el arte, dejemos de lado el consumismo y pensemos más bien en la actividad estética y comunicativa que transmite ideas y valores, inherentes a cualquier cultura y que por ende puede ser analizada por su proceso pero sobre todo porque al apreciar el arte nos convertimos en testigos de búsqueda.

El arte es diverso; es aislado, pero también permite establecer relación con otras formas de hacer y pensar; pone en perspectiva al mundo. Es paradójico: es excluyente y elitista cuando advertimos que requiere preparación, paciencia y recursos, pero es accesible y abierta cuando la percibimos en las calles, en las nuevas propuestas o en los bordados multicolores.

La vida es breve el arte es eterno.