Por Erick Gálvez Ayala

 

La verdad absoluta no existe, en la música todo es cuestión de enfoques; difícilmente encontraremos genios que hayan grabado discos de la misma calidad sin tener un bajón en su trayectoria. Generalmente con el tiempo la inspiración se va, es parte de lo que llama el músico Andy Chango «Involución», una teoría la cual menciona que los grandes músicos tienen en un alto porcentaje sus mejores discos antes de los 40, es antes de esa edad que llegan a su climax artístico, el cantante argentino menciona que con los años incluso los textos disminuyen su prosapia. Si hablamos del aragonés Enrique Bunbury tal vez haya una excepción a la regla, este español con 50 años tiene una gran cantidad de seguidores cuya admiración aumenta día con día al grado de parecer estar en un estado de gracia donde lo que haga es ovacionado, al grado de nombrarle un cantante de culto en el rock hispanoamericano, ¿esto en realidad es verdad?, ¿estamos frente a un gran artista o más bien estamos delante de una maquina comercial?

Bunbury es sinónimo de ventas, en muchos países latinoamericanos; sinónimo de lleno, en casi todos sus conciertos en el continente americano-, es un personaje amado y odiado, una famosa vaca sagrada. No por esto debemos olvidar que su carrera ha tenido álbumes importantes, que siempre ha sido un tipo investigando, fusionando ritmos que en apariencia no son mezclables. Enrique Bunbury tiene mil caras que mostrar, la rockera, la rebelde, la bohemia o la viajera… sólo son algunas de las conocidas, un artesano que construye canciones con lo que ha aprendido a lo largo de 30 años de carrera. Esta vez no nos enfocaremos en el trabajo con su banda sino su camino en solitario.

Estos son los discos indispensables del nacido en Zaragoza:

Pequeño, este fue su segundo álbum, llegó antes del año 2000, no es una obra común, quizá la definición correcta es que es un disco sencillo, directo, sin metáforas en los temas, orgánico. Se escuchan temas con tintes de rancheras, con algo de tango, lounge, todo menos rock and roll. Letras sinceras acumuladas en una interpretación un poco más contenida de lo que comúnmente ocurría con él.

Flamingos, este es el disco de hits del zaragozano, probablemente es el que la gente ubica porque tuvo una promoción importante, es lo comercial, vintage. Se escucha una gran fuerza interpretativa a diferencia del antecesor. Extrañamente no es para nada un trabajo feliz o positivo, más bien es un conjunto de tristezas musicalizadas de un modo instrumental notable.

Las Consecuencias, el disco menos Bunbury, es el mejor de su carrera, álbum editado en 2010 que muestra otra cara. Temas que contienen textos redondos, una producción de baja fidelidad, instrumentación con violines, guitarras acústicas y bastante sentimiento. Estamos hablando de un disco que no tuvo la mejor respuesta en ventas y cuya promoción fue menor a sus trabajos anteriores pero que si merece el adjetivo de impresionante.

El viaje a ninguna parte, su única obra doble (tuvo otra pero con el asturiano Nacho Vegas) por ahí del 2004 decidió realizar un viaje por toda América con la idea clara de componer, basándose en el cancionero de cada país. Y como resultado fueron veinte piezas con historias llenas de fascinación por el pueblo, un disco social sin ser político.

Licenciado Cantinas, un repaso del cancionero hispano que viaja desde Agustín Lara hasta Atahualpa Yupanqui, una reinvención de clásicos que los convierten en contemporáneos. Una maravilla de adaptación de letras desgarradoras, de historias de sobrevivencia, cualquier persona puede escuchar este LP sin conocerle y hallar un hilo conductor.

Enrique Bunbury, es respetado hoy dentro del medio musical porque ha demostrado ser un cantante mutante, capaz de romper con todo lo aprendido para llegar a otro sendero desconocido. No es ni por mucho el mejor cantante dentro del rock iberoamericano, no es el mejor letrista, no tiene la mayor personalidad de un rockero latino; sin embargo, es un tipo coherente, nunca ha buscado satisfacer a ninguno de sus fanáticos, ha llevado una evolución lenta,  aunque constante, a pesar de ser un adulto en el negocio del rock sigue buscando crecer con mejores discos. Seguirán habiendo diferencias de percepción sobre su talento, tal vez la razón la tiene el mismo en uno de sus temas, «Nunca se convence del todo a nadie de nada».

 

«Enrique contempla con los ojos bien abiertos el universo sensible que nos abriga» – Andrés Calamaro