Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter:  @ayala1788 

 

El cine francés siempre ha sido uno de los más exquisitos a nivel internacional, quizá sea porque en Francia nació el llamado séptimo arte por medio del cinematógrafo de los hermanos Lumiere,  pero también se dieron a la tarea de revolucionar el medio allá por finales de los años 50s cuando François Truffaut, Jean Luc Godard y compañía fundaron la reconocida “Nouvelle vague” rompiendo los esquemas tradicionales del cine, lo cierto es que los franceses siempre parecen ir un paso más adelante que sus colegas.

El nuevo milenio ha arrojado una gran serie de directores de cine francés que se han encargado de la llevar a nuevos horizontes a su cinematografía, entre los nombres más destacados están Jean Pierre Jeunet, Jacques Audiard, Abdellatif Kechiche y claro François Ozon quién en los últimos años ha formado una gran reputación a través de películas como “Joven y bella”, “Una nueva amiga” y por supuesto “En la casa” (Dans la maison), quizá la mejor película francesa en años recientes.

Lo normal en la industria actual es que la meca hollywoodense se encargue de adaptar historias de otros países a los diseños del cine gringo; sin embargo, todo lo contrario ocurre con la nueva película de Ozon, pues “Frantz” no es sino un remake de una cinta estadounidense de los años 30s, su nombre es “The Broken Lullaby” (Remordimiento) y fue dirigida por uno de los mejores directores de aquella época, Ernst Lubitsch.

Se nota el sello autoral de Ozon a través de “Frantz”, no sólo se dedica a calcar los rasgos del cine francés en la obra de Lubitsch, sino que busca encontrar una nueva perspectiva, dándole mayor importancia a su personaje femenino de lo que se le daba en la original; aquí Paula Beer es quien tiene todo el peso del relato, además se lleva la historia hacia nuevos panoramas, Ozon prácticamente reinventa el guion con una segunda parte original que busca profundizar más en los protagonistas acerca de sus sentimientos y las decisiones que toman.

Visualmente “Frantz” es muy hermosa, la fotografía en blanco y negro le da ese toque de clasicismo que toma de la cinta de Lubitsch, pero también hay algunas bellas transiciones al color que dejan ver una estética muy artística, como una pintura de oleo en movimiento, o como un cuadro Édouard Manet al que esta nueva adaptación no se cansa de reivindicar con justa razón.

Centrémonos en la segunda parte de “Frantz” que me parece es la gran aportación que ha tenido Ozon a la historia original, pues si bien creo que el final de “The Broken Lullaby” es perfecto, también no deja de ser interesante esta nueva reinterpretación que se enfoca más en el melodrama romántico de sus protagonistas, en la resignación ante la pérdida, el perdón como método de supervivencia y la bienvenida a un nuevo amor mientras la razón y la pasión luchan entre sí, todo esto lo cuenta Ozon con suma delicadeza, sencillez y sobre todo elegancia, dejando que los silencios y las miradas digan lo que tengan que decir.

No quiero dejar de mencionar lo curioso que es que en “The Broken Lullaby” la película sea llevada por el protagonista masculino quien es un soldado francés siendo que Lubitsch era alemán, mientras que en “Frantz” como ya lo mencionaba es la doncella alemana quien es los ojos del espectador y Ozon es el francés que se dedica a esculpirla en la pantalla grande.

Ambas películas son igual de recomendables, pero si sugiero que los espectadores modernos le den una oportunidad antes a la obra de Lubitsch para que sean testigos de la narrativa de uno de los mejores directores de la época dorada de Hollywood, para luego dejarse llevar por la propuesta más sensorial y romántica de Ozon que en “Frantz” vuelve a demostrar que es uno de los cineastas franceses más atrayentes de la actualidad.