Por Erick Gálvez Ayala

 

La belleza musical es subjetiva, aunque en un punto personal debe tener las siguientes características: generar emociones cuando la escuchas, tener una armonía, una melodía y por supuesto un ritmo. Escuchando el nuevo disco del excéntrico Micah P. Hinson inmediatamente te das cuenta que cumple con todo, estamos ante uno de esos momentos que pasaran a la historia dentro de la música. Micah es un tipo nada convencional, es un músico que parece no tomárselo muy en serio aunque cada nota que interpreta hace que se enchine la piel, ha logrado estar a la altura de las expectativas que ocasiona su reciente disco después de tres años de silencio sepulcral.

Una hora de una Opera Folk Rock como él mismo describe el álbum, un recorrido emocional contundente, relata a decir del mismo autor la historia de una familia en tiempos de guerra, todo lo que ocurre en un núcleo común. Ya de entrada la simple sinopsis del disco nos deja con ganas de escucharle. Al hacerlo lo primero que llama la atención es la pieza inicial instrumental con arreglos de cuerdas «The Temptation«, son cuatro minutos de un inicio majestuoso, todo pinta bien. Llega el siguiente track «The Great Void» con la voz fuertemente rasposa, una guitarra al fondo como dirigiendo el camino del cantante, apenas se percibe la percusión que da el ritmo.  El tercer tema es la pegajosa «Lover´s Lane» una pieza country que desde luego recuerda al gran Johnny Cash, acústica pero llena de una melodía que hasta pareciese festiva. Hinson tiene la capacidad de hipnotizarnos con letras oscuras que rayan en lo increíble.

«The Years Tire On» parece el soundtrack de una película dramática, acompañada por una batería rítmica que da paso a las cuerdas, no necesita la voz del artista para transmitir suspenso, incertidumbre. «Oh Spaceman» es la pieza cinco que susurra líneas desencajadas, un tema con el toque del artista de Memphis «abre tus oídos» declama la letra. Casi llegando a la mitad del disco está la homónima que más bien es un puente para que nos siga relatando la perdición de esta familia, «Micah Book One» es una historia hablada de siete minutos, hay un acompañamiento instrumental casi imperceptible, para el autor es la pieza principal del álbum, un piano muy por debajo junto a una batería que suena lo necesario.

«The War» nos adentra al suspenso de un piano que no permite despegar la canción, otro tema que transiciona el sufrimiento, una instrumentación de cuerdas en los últimos minutos delirante. «The Darling» tal vez es una canción que no logra atraparnos como debería, suena francamente pretenciosa. «The Awakening» parece otra fase de esperanza, al mismo tiempo que alucinante con cánticos aplausos y desconcertante sonido a gospel. «The Last Song» define lo que será el desenlace de la tragedia llamada vida, le sigue la puntiaguda «The Memoryal Day Massacre» lo que supone el fin de la guerra que nos relata el magnífico cantante. Los dos últimos tracks son: «The Lady From Abilene» que regresa a una interpretación altamente cargada de sentimiento y «Come Be Here» termina siendo melancólicamente relajante, llena de sensaciones profundas, el cierre perfecto para un disco fenomenal.

Micah P Hinson es una artista de culto, un demonio que medita musicalmente con sonoridades tan complejas que nunca estarán en el ámbito común. Aquí está un artista autentico que tardo un par de años en armar su regreso, no lo hizo con guitarras pesadas ni con algo similar a sus discos anteriores lo hizo con algo tan complejo que muchos pueden abandonar la trama al tercer tema por no entender de qué viene el concepto. Rasposo, autentico, complicado, tímido, Micah P Hinson es un artista de los que pocos conoceremos, dichosos los que alguna vez puedan oírle.

 

«Siento como si hubiera habido un espíritu guiándome a lo largo del proceso de este proceso, como si fuera más un instrumento que un compositor». – Micah P Hinson acerca de HOLY STRANGERS, 2017.