Por Daniel Hernández García.

“Que los gusanos me esperen para instaurar un nuevo régimen”.

Y.M.

 

Sería una pena quedarse esperando

y que al final no pase nada,

pues una vez abierta la coraza a la medula

nada se puede remediar.

 

No se puede diseccionar al cadáver

sin esperar un remolino de moscas,

se piensa en pompas fúnebres y cajas brillantes

pero gusanos se enfilan al gran banquete.

 

Sí, cala más el frío

fuera del umbral sin muérdago

ni esperanza.

 

Esa incertidumbre del preciso momento

de tu llegada es lo que me mantuvo en filo

hasta que el destino me partió la madre,

dejando sólo gajos y sombra.

 

No puedes seguir consumiente en humo,

sin instaurar un cascaron de cenizas en tu interior.

 

No se puede seguir viviendo así,

esperando con esperanza en mano

sin que pase absolutamente nada.