Por Erick Galvez Ayala

 

Reinventarse es una cualidad mayúscula en el arte, para genios eso puede ser un sacrilegio porque después de conseguir tener un estilo el cambio implica un riesgo, algunos toman esta decisión, es el caso de Paul McCartney tras la separación del grupo más famoso de la historia formó a Wings junto con su esposa Linda McCartney con la cual sobrevivió el paso del tiempo, no fue sencillo pero continuó componiendo buenos temas. Uno de esos es la canción que dio título a la octava película de James Bond «Live and Let Die«.

Compuesta en 1973, es una indispensable en el camino musical del inglés, de poca duración (sólo tres minutos) pero de un impacto importante, grabada por Wings, tuvo uno de los lugares más altos en las listas de popularidad en el reino unido así como en Norteamérica. Estamos frente a una canción de ritmos dispares, lo que comienza aparentando una de esas baladas de Paul, continua como un rock musicalizado por los teclados y guitarras subidas de volumen, posteriormente un cambio a sonidos reggae. Se puede agregar que la letra también tiene una fuerza notable, destruye aquellos versos amorosos o de esperanza que identifican al ex beatle, aquí hay líneas de resignación, la madurez está implícita en «Que te importa, cuando tuviste un trabajo que hacer, lo hiciste bien, tuviste que dejar el otro infierno…».

Lo que antes fue un sueño esperanzador termina siendo una utopía, un grito provocador, «Vive y deja morir…». La fuerza de este himno la logra el conjunto de todo lo mencionado, una solidez rítmica fortalecida por los arreglos orquestales de George Martin. Un tema versionado por diversos cantantes de distintos géneros, desde luego la más famosa fue aquella de Guns N´ Roses.

Aquí esta una muestra más de que el talento de McCartney  es inmenso, de esto hace más de 40 años y el grandioso artista sigue deleitándonos, esperemos por muchos años más.

Paul McCartney se presentara en el Estadio Azteca este próximo 28 de Octubre.