Por Erick Gálvez Ayala

 

PRIMER ACTO (El pudiente)

Es temprano, recién bañado y perfumado sale de su hogar, se dirige a la cochera, prende el auto que recién acaba de comprar, ya es hora de ir al trabajo, la entrada es a las 9, pero el apenas va saliendo de casa a esa hora. Va mentando madres, escupe palabras altisonantes a todos los que ve, especialmente a esos mugrosos del semáforo, los que ofrecen limpiar el parabrisas a cambio de una moneda, esos sólo quieren mirar de cerca el BMW rojo carmesí. Charla por el celular discutiendo con un subordinado, maldice a todos sus empleados, nadie hace bien las cosas, todos son unos pendejos. Él cree que es importante, irreemplazable, se considera necesario. Ha llegado a su destino, son las 10 Hrs, tenía junta pero hay que posponerla para ir por el desayuno, que sea a las 11, alguien le recuerda que debe haber un simulacro, hace 32 años que hubo un terremoto devastador le comentan, limita a sólo diez minutos el evento, hay que seguir trabajando, bola de huevones. Se siente dueño de la situación, sube su cuello y observa por encima a los demás. Él cree saber quién es, él es el jefe, pero…

SEGUNDO ACTO (La trabajadora)

Suena el despertador, corre rápidamente a poner el lunch de los niños, hay que apurarlos, ¡lávense los dientes! ¡Vamos atrasados! Sale de su hogar, hay que tomar un microbús para la escuela, sólo hay lugar atrás, apúrense, súbanse como puedan. Ya no cabe ni un alma pero para aquel chofer lo importante es la cuenta del día. Golpes, música reggaetón a todo volumen, ¡súbale! Megáfono al fondo, está por cerrar la puerta, ¡apenas vamos a llegar corran!  Grita desesperada, insulta a sus hijos, segundos después les da la bendición para desearles buen día. Ahora hay que caminar al menos tres cuadras para tomar sólo un transporte, no quiere gastar dinero, apenas cobro lo necesario, va estresada por llegar a tiempo y que su jefe no le descuente el día. Cada minuto mira el reloj, en cualquier caso no llegará a tiempo. Checa cinco minutos tarde, la reprenden, tiene mucho trabajo atrasado, parece que será un día largo. Todavía tendrá que perder al menos 40 minutos en el dichoso simulacro, al menos podrá charlar un poco con su amiga de recepción, su semblante es de hartazgo. Ella cree saber quién es, es empleada, está divorciada, pero…

TERCER ACTO (El millennial)

Zumbido, zumbido, zumbido… el celular le despierta taladrando su cabeza, lo busca su mejor amigo, tiene que agilizar su salida, anoche estuvo en el snapchat hasta las 3 de la madrugada, aprovechó que en su escuela las clases empiezan a las 10. Se levanta con pereza, todo es aburrido, lo importante es escoger bien su  «outfit» del día, tarda poco más de 40 minutos para elegir la misma prenda de cada martes. Apenas mira a su familia, no desayuna, sólo se despide, pone los audífonos en cada uno de sus oídos y suena la canción del momento, prende un cigarrillo, uno de esos color menta. Se acerca a la parada del camión pero no espera uno, detrás viene el auto que lo llevará a la prepa, es uno de esos taxis privados último modelo color negro. Sin contratiempos llega, saluda a todo el que se le acerca, platica de frivolidades adolescentes, el maestro llega para impartir su clase, esta vez sólo de 1 hora, el simulacro de algo que pasó hace demasiados años se tendrá que hacer como cada año, ¡qué aburrido! El cree saber quién es, un joven de 17 años, moderno, popular y con un futuro por delante pero…

CUARTO ACTO (La incertidumbre)

Han pasado poco más de dos horas desde que la tierra enfurecida se mueve con gran intensidad, si acaso un minuto ha durado un susto que recordaremos de por vida, en algún lugar de Polanco los brigadistas realizan su conteo, en su mayoría están bien, el único desesperado es el jefe, no tiene señal en su teléfono no puede comunicarse con su pequeña de 10 años que estaba en la escuela, queda desencajado cuando ve un video donde muestran edificios caídos, un silencio invade su ser… En la colonia Narvarte hay edificios sometidos por la naturaleza, una de las empleadas de confianza pide permiso para ir por sus niños, no se lo dan, ella desobedece y corre hasta dos semáforos adelante hasta que toma un taxi. En él, escucha la radio, hay algunas escuelas que sufrieron graves daños, el silencio de su voz no puede romper…

En la escuela hay risas, llantos, alguno que otro individuo pensando cómo desplazarse a su casa, no hay señal, ¡tampoco internet! Este mundo no lo conocen, las bromas cesan cuando alguien corre la voz de posibles disturbios, se oyen ambulancias, bomberos, no hay luz en la mitad de la ciudad, un silencio natural llega donde nadie lo conoce…

QUINTO ACTO (Una utopía)

Todos ofrecen un pan, un techo, un abrazo, un apoyo, un consuelo, una palabra de aliento, un colchón, un corazón. La solidaridad invade la ciudad, una sociedad parece tomar el control, críticas políticas a los diputados se oyen por donde sea, ahora todo será diferente, hay que ayudar, apoyemos, donen a los centros de acopio, ¡México unido jamás será vencido!, esto apenas comienza.

SEXTO ACTO (Una realidad)

Ha pasado un mes en tiempo real, sin embargo parece que todo es un recuerdo, las noticias vuelven a ser de temas alejados de lo sucedido hace treinta días, de Cataluña, de políticos buscando ser presidenciables, de absurdidades de Trump. Pocas personas siguen ayudando, se sienten unidos, pero los memes vuelven a ser de cosas insignificantes, hemos olvidado o al menos sobrellevado el dolor como mejor sabemos, maquillando. Algunos recuerdan a todos los que perdieron sus hogares, aquellos que perdieron un familiar, un amigo, un ser amado. La hermandad que mostraron algunos ciudadanos hoy se ha tirado en la basura, vuelven a pelear por el tráfico, por las diferencias sociales, por problemas cotidianos que si tienen solución. Olvidaron pronto que pudieron estar dentro de los escombros, que todos en cualquier momento pueden desaparecer.

«La persona que amas puede desaparecer» – Los dinosaurios, Charly García.