Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788 

El finlandés Aki Kaurismäki siempre ha mostrado interés por los problemas sociales actuales a lo largo de su filmografía, en su nueva película El otro lado de la esperanza proyecta nuevamente esta preocupación ahora con un tema como el de los refugiados y la migración, tan trascendente el día de hoy sobre todo en Europa.

El otro lado de la esperanza narra la historia de dos polos opuestos, Khaled un joven procedente de Siria y Whikström un hombre mayor de Helsinki que decide invertir en un restaurante en plena decadencia económica de su país. Kaurismäki se toma su tiempo para primero presentarnos a sus personajes principales a través de una narrativa sencilla pero todo muy marca de la casa, protagonistas reales de lugares comunes,  exponiéndolos ante un lúgubre contexto, sazonándolo con su siempre peculiar humor que da como resultado una perspectiva bastante esperanzadora del tema por lo que el nombre ya de la película es bastante adecuado. También esta como siempre muy presente ese toque bohemio de Kaurismäki en los temas musicales que aparecen varias veces en pantalla, todos realmente buenos.

Me he sentido atraído ante el humor del director el cual no me había atrapado desde su Contraté un asesino a sueldo, pero aquí sobre todo partir de su segunda mitad (cuando el camino de los protagonistas se cruzan) funciona muy bien esa fusión del drama común con la comedia típica, además que el personaje de Whikström (excelente Sakari Kuosmanen) es realmente maravilloso, un héroe real de nuestros días.

Ganadora del Oso de Plata al mejor director en el Festival de Cine de Berlín, El otro lado de la esperanza es una película muy estimulante, cine social común del director, bastante divertida y liberal pero siempre emitiendo con fuerza su humanista declaración.