Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter: @ayala1788

 

El griego Yorgos Lanthimos vuelve a deshumanizar al hombre, vuelve a crear un diabólico retrato donde los personajes  se mueven como peones a la voluntad de este señor que es capaz de hipnotizarnos desde la primera imagen para no soltarnos y dejarnos noqueados con las incomodas situaciones que van apareciendo en la pantalla.

Lanthimos se proclama con El sacrificio de un ciervo sagrado como el más digno heredero de los provocadores más importantes del cine de las últimas generaciones; Haneke y Von Trier, pues el también director de The lobster es un manipulador nato, con esta personal visión a lo “Funny Games” consigue evocar el lado más espeluznante, siniestro y diabólico del ser humano mientras con su pervertida mente arroja el humor más negro posible para contagiarnos una risa nerviosa, inadvertidos (¿o no?) de la oscuridad de las imágenes.

Como pasa en sus películas anteriores del director si no se entra al juego desde el primer minuto seguramente se termina repelido por las reglas que propone esta experiencia, poco explicativo, Lanthimos manipula directamente al cerebro y nos despierta en nuestras degeneradas mentes sentimientos de penumbra y violencia, seducidos por esta quimera somos testigos hasta dónde puede llegar el lado más oscuro del hombre.

A nivel técnico es su película mejor elaborada, paseando la cámara por el set de la forma más limpia posible, consiguiendo siempre con sus tomas la sensación de horror apoyado por un uso del sonido y la minimalista música hasta cierto punto kubrickiana, todo con el propósito de elevar la atmosfera y el cúmulo de sensaciones.

Nicole Kidman esta excelente mientras que Barry Keoghan al que ya vimos este año en “Dunkirk” es una perfecta elección de casting.

El sacrificio de un ciervo sagrado  es una película transgresora, devastadora y poco complaciente, una invitación del diablo a ser manipulados, agredidos y ofendidos, en la misma línea repito que “Funny Games” o incluso “Cache”, Lanthimos coge las piezas y con él logra un resultado brutal y perturbador.