Por Harry Cano

Hace veinte años se estrenaba El Abogado del Diablo de Taylor Hackford, convertida ahora en un clásico del cine. En su momento represento división tanto en la crítica como en los espectadores (¿Religiosos?, ¿puritanos?), sin embargo, en la actualidad es considerada una película de culto.

La cinta es protagonizada por un excelso Al Pacino que acapara por completo la película, ensombreciendo totalmente a un Keanu Reeves jovencísimo, y a una bella Charlize Theron que apenas comenzaba en el mundo del cine.

La película fue dirigida por Taylor Hackford (“Ray” y “Eclipse Total”) quien ha mencionado que para él es la mejor película que ha filmado hasta el momento.

El Abogado del Diablo es sin duda una de las mejores metáforas que se han realizado en la pantalla grande, deponiendo a vislumbrar la miseria humana y la podredumbre que se cosecha en el mundo, y fue por eso que en su tiempo la película causo el escozor de la sociedad porque el filme cuestiona temas “delicados” como la religión y la cuestión de ¿Quién es Dios?

A continuación: a manera de celebración les dejamos el maravilloso monologo que Al Pacino se debate con Keanue Revees.

¡Disfrútenlo!

¿Y para quien cargas todo ese montón de ladrillos? ¿Dios? Es eso… ¿Dios? Te diré algo, déjame darte información confidencial sobre Dios: A Dios le gusta observar, es un bromista, piénsalo (…) Le da al hombre instintos, les da ese extraordinario don y después que es lo que hace, lo juro para su propia diversión, para su propio teatro cósmico privado, el coloca las reglas en oposición:

¡¡¡La mayor estupidez que ha existido!!!

– “Mira, pero no toques”.

– “Toca, pero no pruebes”.

– “Prueba, pero no tragues”.

Y mientras salta de pie en pie que es lo que él hace… Esta allá arriba el Señor muriéndose de la risa, es un tacaño, es un sádico, es un casero indiferente a la vida, ¿Alabar eso? ¡¡¡Nunca!!!

– Mejor reinar en el infierno, que servir en el cielo.

¿Y por qué no? He estado aquí en la tierra con mi nariz metida en ella desde que todo comenzó, he nutrido cada sensación que el hombre se ha inspirado a tener, me preocupe sobre lo que él quería y nunca lo juzgue, ¿Por qué? Porque jamás lo rechace y a pesar de todas sus imperfecciones ¡¡¡Yo admiro al hombre!!!

Soy un humanista, tal vez el último humanista.