Por Erick Gálvez Ayala

En alguna ocasión he mencionado que no todo lo que es oro brilla, aunque a veces hay algo evidentemente luminoso, en muchas otras ocasiones aquello que parece opaco si lo vemos en otra perspectiva resulta ser igual o más deslumbrante de lo que pensábamos. Esto ocurre con el sexto álbum de Radiohead, el electro progresivo «Hail To The Thief«, un trabajo que a menudo se toma como una buena placa, pero siempre por debajo de todas las obras maestras de la banda como «Ok Computer«, «The Bends«, «Pablo Honey«, etc. Si bien es cierto que incluso sus álbumes predecesores «Kid A» o «Amnesiac» son verdaderamente buenos, con este disco publicado en 2003 se confirmaron como una agrupación que era capaz de mezclar influencias tan diversas de un modo crítico y elegante.

Todo comienza con la genial 2+2=5, interferencias para que un bajo incesante con frecuencias taladrando nuestra cabeza entre dando la bienvenida a la voz alargada de Yorke, las letras llenas de fastidio político y con sarcasmos evidentes hacen que estemos probablemente frente a los mejores textos de Thom Yorke, la ejecución de los Greenwood impactan desde el primer acorde.

Casi una hora de grandes temas que nos llevan por pasajes turbios como la resignada «Sit Down, Stand Up«, «Sail To The Moon» y «Backdrifts» son quizá las piezas menos recordadas del disco pero no por eso son malas, rozan lo extraño entre lo extraño del grupo. Sigue lo que fuera el segundo sencillo del álbum «Go To Sleep«, guitarras acústicas que empiezan describiendo un sonido americano, tintes de Michael Stipe son evidentes.

«Where I End And You Begin«, es dirigida por un bajo hipnotizante, «We Suck Young Blood» habla de todo aquellas mentiras que nos han platicado sobre el apoyo a la juventud, muestra la clase de títeres que espera la sociedad, «Nosotros absorbemos sangre joven….» canta Thom con mucha crueldad. Los siguientes cortes también son gloriosos: «The Gloaming«, «There, There«, «I Will»  y «Punch At A Wedding«, pero mención aparte tienen los tres últimos cortes, «Mixomatosis» una serie de mezclas, ruidos y la voz de Yorke arrastrando las palabras, «Scatterbrain» vuelve a ser desconcertante, el sonido producido por NIgel Godrich en todo el trayecto te hace mantener la línea. El final es lo más destacado del álbum con «A Wolf At The Door» una canción donde Yorke sube la velocidad de su fraseo, misteriosa, critica, otra sorpresa.

Estamos para muchos frente a un trabajo sobresaliente para el 90% de las bandas, quizá mediano frente al monstruo de Radiohead, aquí hay grandes líneas que retratan un periodo grotesco y asqueroso, imperativo escucharlo.

 

«Queremos las carnes dulces, queremos la sangre joven» We suck young blood, 2003.