Por Daniel Hernández Garcia

 

Es tan simple como sujetar la ola

mantenerla  en alto y no dejarla caer,

sentirse uno con ella

y evitar el parpadeo.

 

Respirar hondo hasta que el viento

toque nuestra nuca,

una vez listos culebrear en la colina.

 

Posiblemente el horror llegue,

pero detrás de cada línea hay un momento de calma,

cada  ola te arrastra mar adentro.

 

Es tan simple como saber dónde sube la marea

para romper y retroceder.

sólo quedará la espuma

y tú cuerpo deseoso de volver a montar el speed.