Por Víctor Daniel López < VDL >

Hay lugares que uno busca, o a veces, lugares que buscan a uno. Todos hemos sentido alguna vez la necesidad de tener un rincón en el mundo al cual huir, en el cual refugiarnos. Todos hemos sentido la necesidad de aferrados hacia alguna tierra buscando quizá salvación, quizá una respuesta, quizá solamente un instante que nos haga olvidarnos de que existe el tiempo y un mundo afuera, pero también hemos sentido que hay lugares que sin saber cómo o porqué nos atraen hacia ellos, y nos seducen como si fuera parte de un plan sabio ya establecido.

La vieja Antigua, ciudad bella de Guatemala rodeada por los tres volcanes (el de fuego, el de agua y el Acatenango), es la ciudad predilecta a donde van a parar las amigas chilenas Victoria y Josefa: una huyendo de algo y volviendo a su pasado, la otra buscando respuestas que le puedan ayudar a encontrar su camino. Ambas se ven enfrentadas ahí en una lucha contra sus recuerdos y emociones, contra el misterio que yace dentro de sus propios secretos que guardan en su interior. Antigua, tan colorida y con sus calles empedradas, poseedora de construcciones viejas y de ruinas, en donde el tiempo no pasa o quizá se detuvo… se vuelve un lugar mágico y esperanzador para ellas, “las otras”. Antigua, tan cálida, resguardada y protegida, llena de vida y fiesta “es una ciudad que marca, que desprende un aura casi mística al estilo de Praga y Venecia”. Antigua, vida mía, o como la llaman algunos “la Bella Durmiente de América Latina”.

En esta novela, Marcela Serrano plasma la historia de una amistad fuerte y duradera; primeramente, en un Chile a finales del siglo XX, por el que estaban ocurriendo grandes cambios al tratar de adaptarse al “mundo moderno”. Se critica aquí a la sociedad chilena en donde para lograr esto, adoptaron una postura sumamente consumista, capitalista y en donde habían dejado de lado la rebeldía, el exigir lo que de verdad importa, aquel mundo de ideas y de voz. Posteriormente la escritora narra el reencuentro de las dos amigas, tras muchos años, en aquel rincón apartado del mundo que anteriormente era llamado Santiago de los Caballeros de Guatemala y que hoy se conoce sólo como Antigua; ahí  se dan cuenta que, aunque cada una ha llevado una vida diferente, siguen siendo las mismas, y que el cariño que tanto se tienen las ha acompañado siempre. La amistad, así como Antigua, es lo que las termina salvando a ambas. La escritora chilena, además del drama y la profundidad emocional con que maneja a las protagonistas, aborda de una manera intensa temas como la lucha de la mujer por conseguir igualdad y derechos, una lucha por tratar de demostrar que son capaces de alcanzar lo que cualquier hombre alcanzaría, o hasta más. Josefa es cantante; Violeta siempre fue rebelde e inconforme. Quizá las dos unidas no sean más que el reflejo de aquella otra Violeta eterna que alguna vez dio “Gracias a la Vida”.

La novela resulta entonces un homenaje a la propia mujer y a su tierra. Un homenaje a sus retos y luchas. A su belleza:

“Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquel, el único en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre, pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía”.

Antigua vida mía” es una novela que nos recuerda la importancia de las amistades grandes e íntimas que uno puede llegar a tener en la vida. De igual manera, nos hace sentir, aunque uno nunca haya conocido aquel fantástico lugar, conectado de alguna forma a él. Quizá todos tengamos algo de qué huir. Quizá todos necesitemos de vez en cuando viajar hacia lugares en donde podamos encontrar magia y una que otra respuesta.

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