Por José Luis Ayala Ramírez

Twitter:  @ayala1788 

El cine como lo conocemos hoy en día tuvo sus cimientos en tres grandes directores de la época del cine mudo que dieron la pauta en cuanto a técnicas visuales para saber aprovechar todas las ventajas que el cinematógrafo de los Lumiere les daba sobre otras artes, por un lado estaba Griffith en Estados Unidos, por Rusia estaba Eisenstein, mientras que en Alemania estaba F.W. Murnau, probablemente el director más representativo del expresionismo alemán.

Tras su participación en la Primera Guerra Mundial, Murnau decidió incursionar en la corriente expresionista donde podía imprimir sus ideas e inquietudes acerca de maligno de la vida y  el lado oscuro del ser humano, esto se nota desde sus primeros filmes donde sus singulares personajes se disputaban entre el bien y el mal, y aunque sus guiones no siempre eran originales, supo adaptar a su universo cinematográfico historias de Goethe o el mismo Bram Stoker.

Pero es a nivel estético y visual donde el alemán dio catedra en cada filme que realizó, considerado por lo mismo uno de los mejores realizadores escénicos de la historia, personalmente el mejor de la época del cine mudo. Murnau creo la cámara subjetiva para que el espectador observara lo mismo que un personaje, usaba las sombras y claroscuros para ejecutar imágenes poderosas a la vez que fortalecía la atmosfera del relato, ponía la cámara donde pocos hubieran pensado, tomas que daban la idea de que la cámara se encontraba debajo del agua, travellings que hacían pensar que la cámara se movía a placer del director cuando estas eran sumamente grandes y pesadas.

La carrera de Murnau se divide claramente en dos partes, su legado por supuesto en el expresionismo alemán pero también dejó su huella en Hollywood donde dio nueva muestra de sus habilidades como narrador y contador de historias, además de darle una nueva perspectiva y voz al mundo rural norteamericano o incluso a civilizaciones poco conocidas como los habitantes del Pacífico Sur en su obra Tabú.

Un director de obligación para cualquiera que se considere cinéfilo, sin Murnau la historia del cine no sería la misma, hoy cumplimos una cuota muy importante con él en esta sección, se trata por supuesto de uno de los mejores Cineastas del que él séptimo arte ha sido testigo.

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Nosferatu. La peculiar versión de Murnau sobre el clásico de Bram Stoker, considerada además por muchos críticos la mejor película sobre vampiros jamás hecha, posee algunas de las estampas más bellas, pero a la vez terroríficas que se hayan visto en el género. La interpretación de Max Schreck como el vampiro fue muy alabada, tanto que algunas leyendas urbanas aseguran que el actor era realmente un vampiro.

Fausto. Visualmente se trata de la película mejor elaborada del cine mudo, hay imágenes que son una verdadera pasada, increíble que fueran rodadas en los años 20s, y que al día de hoy resultan muy espeluznantes. Murnau supo trasladar en imágenes el libro de Goethe, pero también supo desarrollar la idea de ser tentado por el mal, por el demonio, además de imprimir toda una carga psicológica al personaje principal.

Amanecer. Una de las más grandes historias de amor expuestas en celuloide. Murnau ya en Hollywood se sacó de la manga su obra maestra, un sencillo relato sobre un triángulo amoroso que respiraba poesía en cada uno de sus fotogramas, narrada magistralmente, estéticamente hermosa y con la bella Janet Gaynor que seducía la pantalla con su sola presencia. Ganadora de 3 premios Oscar en su momento, más allá de eso, su legado es intocable al día de hoy.