Víctor Daniel López < VDL >

Extraordinario ensayo publicado por Fondo de Cultura Económica, en el que el antropólogo y sociólogo mexicano, Roger Bartra, vuelve a uno de los temas que más le atraen: la melancolía. El escritor, en este libro logra explorar el sentimiento saturnino que en la Edad Media se asociaba a la bilis negra, a través de bellas líneas que indagan en los temas que acompañan al hombre cuando se ve amenazado por esta criatura de rostro grisáceo y desalentador, así como también aquellos casos en los que a partir de ella, se han dado giros inesperados en la historia del mundo y del arte.

En “La melancolía moderna”, Bartra indaga en todos aquellos ámbitos en los que un hombre puede desenvolverse melancólicamente: en lo social, en lo político, en lo filosófico y en lo artístico. A lo largo de ensayos pequeños, transcurren diferentes vidas que han albergado, para bien o para mal, este exceso de bilis negra, tales como el presidente Lincoln y su depresión melancólica, Winston Churchill (el hombre que combatió el nazismo), la filosofía de Kierkegaard, los gritos sofocados de Munch, los poemas malditos de Baudelaire, el cuervo de Poe, las cartas de Goethe o Edward Hopper y sus cuadros de escenas urbanas con las personas más solitarias y tristes a la luz de la noche, en la soledad de las calles o dentro de habitaciones de hoteles. Con estos ejemplos, Bartra nos demuestra que sabiendo canalizar la melancolía para lograr transformarla en un acto puro de creación artística o de ideas, puede resultar favorecedor para el individuo y el mundo, naciendo así muchas de las grandes obras de arte que hoy conocemos y genios que han pasado a la historia.

Los románticos fueron expertos en el tema de la melancolía, encontrando los colores perfectos para plasmar el ambiente melancólico que rodea a las personas que han quedadas varadas en el recuerdo, o bien, en el deseo sin poder llegar a ser más que eso. Sin embargo, el autor menciona que hasta ahora no ha habido ningún artista que logre representar por completo la expresión real y completa de tal sentimiento, es decir, darle forma, rostro, una voz que pueda definir exactamente lo que en el interior del hombre sucede cuando se vive en tal estado. Se podrán utilizar recursos como comparaciones o metáforas, se podrá hacer uso del color o de un ambiente para reflejar sólo una parte de la verdad del sentimiento, se podrá dar molde a un rostro de desesperación, o a un rostro que es sostenido por ambas manos como si cargaran con todo el peso del mundo… pero solamente el melancólico sabe lo que es la melancolía.

“El cerebro de un melancólico es una cárcel donde los humores se queman y se corrompen, donde el espíritu vaga solitario bajo una oscura luz saturnina”, escribe Roger Bartra al comparar la melancolía con las cárceles de Giovanni Battista Piranesi: celdas largas, lúgubres e inspiradas en las ruinas romanas; confusas, solitarias, con pasadizos secretos y escaleras que no llevan a ninguna parte. Así es la melancolía, que al final termina por desprender al hombre de la realidad y hacerlo perder en un mundo donde la sombras transitan, no importando sea de noche o de día.

La melancolía quizá no sea más que un cuervo entrando a medianoche por la ventana de los hogares pertenecientes a hombres solitarios, y que, susurrando en medio de la oscuridad y el silencio, no deja de gritar al viento que entró junto con él: NEVERMORE!

“Debemos comprender que en el centro de la modernidad late un malestar profundo que se expresa como melancolía. El Romanticismo la había exaltado y no desaparece con los ruidos de la expansión industrial. El simbolismo poético la retoma como un dolor que se encuentra alojado profundamente en el seno de la vida moderna.”