Por José Luis Ayala Ramírez

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 En los años 20 en Estados Unidos Hollywood empezaba a dar sus primeros  pasos, los franceses buscaban nuevos estilos cinematográficos para transformar el arte que ellos había creado, pero era en la Unión Soviética donde un grupo de cineastas empezaron a experimentar con las posibilidades que les brindaba el cinematógrafo aunado a otras técnicas como el montaje, entre todos ellos el más representativo era Sergei M. Eisenstein.

Fue durante la época de Stalin como dictador de la Unión Soviética donde el cine empezó a tomar fuerza como medio no sólo artístico sino propagandístico, y claro el cine de Eisenstein formaba parte de esa corriente que contaba historias acerca de la sociedad rusa apoyado siempre de un discurso sociopolítico que dejaba ver los ideales anticomunistas de su director. Las películas de Eisenstein por lo general no tenían un protagonista, no se enfocaba a un sólo personaje, sino a una cantidad grande de personas, el pueblo y sus acciones eran lo más importante en el cine de este autor.

Pero si por algo Eisenstein fue reconocido en no sólo en su momento, sino hasta la actualidad, es por la experimentación con el montaje cinematográfico, sobre todo con su teoría del montaje de atracciones que cambió para siempre la forma en que el cine era percibido por el espectador, no sólo como un reflejo de la realidad, sino como un producto artístico capaz de causarle cualquier cantidad de emociones al público.

Debido a sus ideales se convirtió en una persona sumamente polémica, tanto así que abandono su país en busca de mayor libertad creativa, tuvo incluso un pequeño exilio en México de dos años donde coincidió con personalidades como León Trotsky, Frida Kahlo y Diego Rivera. Incluso durante este tiempo se dio la tarea de filmar una película sobre la riqueza cultural del país que lo acogió, el nombre del proyecto es “¡Que viva México!” la cual nunca pudo finalizar de forma personal, pero si ha sido editada para su visionado en diversas ocasiones.

Probablemente junto a Tarkovsky se trata del cineasta ruso más importante de la historia del cine, un director de personalidad clara en su discurso como en su estilo visual, padre de las ideas del montaje moderno, poco se puede entender el cine posterior sin la presencia de este Cineasta que hoy entra finalmente en esta sección.

“El lenguaje está más cerca de las películas que de la pintura”.- Sergei M. Eisenstein

3 películas para recomendar

La Huelga. Desde su ópera prima Eisenstein mostraba ya las características más importantes que harían famoso a su cine social, el discurso político y el trabajo de montaje. En este filme que narra en seis partes los acontecimientos de una huelga de los trabajadores de una empresa, se muestra la dignidad, el compromiso y los infortunios de la clase proletariada de la Rusia zarista que incluso hasta nuestros días se puede sentir un retrato muy fiel.

El acorazado Potemkin. La película más importante del director, una experiencia total audiovisual donde se muestra  el dominio no sólo del montaje, sino del trabajo de cámaras, el ritmo frenético y el uso de un casting numeroso para reproducir esta odisea basada en hechos reales. Hay numerosos momentos que hacen grande a este producto, pero sobre el resto se encuentra la secuencia de la Escalera de Odesa, una de las más grandes jamás filmadas.

Octubre. Sin algún protagonista específico, únicamente mostrando a la sociedad rusa antes de que estallara la Revolución Rusa en octubre de 1917 y las acciones que desencadenaron este histórico momento. En el filme aparecen personajes famosos como Lenin y Trotsky, pero es el pueblo el gran protagonista en este intenso relato que muestra a la Rusia de principios del Siglo XX como ninguna.